Capítulo X

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  Desperté nerviosa. Hoy saldría en mi misión para buscar a mi hermano.

  Miré el reloj. Las ocho en punto. El Sol estaba comenzando a salir. Tenía que apurarme.

  Me cambié rápidamente y tomé mi mochila. Me dirigí hasta la entrada del Campamento. Allí estaban Annabeth y Quirón, hablando de quién sabe qué.

  Antes de que me vieran, me escondí detrás de un árbol y me hice un juramento a mí misma. Encontraría a Percy. O al menos hallaría una pista. Lo juré por el Río Estigio.

  Salí de mi escondite y fui hasta donde se encontraban Quirón y Annabeth. Los saludé y me dijeron que esperaríamos allí a Emily y a Sam.

  Pasaron unos veinte minutos y mis amigos todavía no llegaban.

  - Iré a buscarlos - dije soltando mi mochila y dándome la vuelta.

  Luego de avanzar apenas unos metros, escuché unas voces provenientes de detrás de unos arbustos.

Pov. Sam

  Esa mañana había despertado temprano para ir a una cruzada en busca de Percy Jackson, quien llevaba cinco días desaparecido. 

  Anoche, los Stoll me despertaron cerca de la medianoche para decirme que prepara mis cosas. Me explicaron brevemente algo de una profecía y que iría con Emily, Jennifer y Annabeth en busca del desaparecido. Debo admitir que estaba nervioso, era mi primera misión. Pero eso no era lo que más me preocupaba.

  La parte más alarmante de la profecía era la que nombraba una llave y que había que devolvérsela al Dios de la Muerte. Yo sabía a qué se refería. Yo tenía esa llave. Yo tenía una llave de la muerte. 

Flashback (un año y medio atrás)

  Todo sucedió poco antes de saber que era un mestizo. 

  Estaba de vacaciones con mi madre en las playas de San Francisco. 

  Mi madre, Sarah, era la mejor persona del mundo. Sus ojos eran color verde claro, y su cabello de un castaño rojizo caía en pequeñas ondas sobre sus hombros. No me parecía en nada a ella, con mi cabello rubio algo dorado y mis ojos café. Era muy divertida y amable, y siempre estaba allí para ayudarte en lo que la necesitaras.

  Caminábamos por la playa, cuando un destello de luz dorada cerca de la orilla del mar captó mi atención. 

  Fui hasta donde el destello se encontraba y hallé una llave del tamaño de la palma de mi mano, llena de símbolos en griego. Pensé que no iba a poder leerla, ya que tenía dislexia y además no hablaba griego, pero mis ojos entendieron perfectamente lo que tenía escrito.

  "Βασικά του θανάτου. Που ανήκει από τον Άδη, άρχοντας των νεκρών" (Vasiká tou thanátou. Pou aní̱kei apó ton Ádi̱, árchontas to̱n nekró̱n) eso era lo que decía la llave, y lo traduje rápidamente al inglés. "Llave de la Muerte. Propiedad de Hades, señor de los muertos”.

  Si mal no recordaba, Hades era un Dios griego. Pero era imposible que esa llave fuera de él, ya que los Dioses habían dejado de existir eones atrás, si es que alguna vez habían existido. 

  Me giré hacia mi madre.

  - ¡Mamá! - grité. - ¡Mira ésta llave!

  Arrojé la llave, y mi madre tuvo la intención de atraparla, pero no lo logró. La punta delantera de la llave chocó contra el pecho de mi madre, muy cerca del corazón. Observé como mi madre se ponía muy pálida, y, al instante, cayó de espaldas en la arena. Corrí hacia ella, y vi como sus ojos iban perdiendo el brillo lentamente. 

La otra hija de Poseidón © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora