Capítulo III

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  Durante el viaje hice toda clase de preguntas a Grover, desde quién dirigía el Campamento, hasta como eran las habitaciones.

  - Me caes muy bien - dije al sátiro mostrando una amplia sonrisa.

  - Y tú a mi - respondió alegre el sátiro.

  - ¿Amigos? - pregunte

  - Amigos - confirmo Grover

  Los minutos pasaban tranquilos. De repente, vimos algo extraño. Una extraña criatura se acercaba volando al taxi a toda velocidad. Grover le pagó al taxista.

  - Déjese el cambio y ¡váyase!

  El hombre del taxi no lo pensó dos veces y pegó la vuelta.

  - Grover... ¿qué... es eso?

  - Una furia. Son criaturas del inframundo.

  Vi bien donde estábamos. Al pie de una colina. En la punta se veía un gran árbol. Deduje que ahí debería estar el Campamento.

  Me concentré en lo que nos atacaba. Tenía alas de murciélago, colmillos y zarpas enormes... quedé paralizada del miedo. Grover gritó que corriera, pero no podía moverme.

  La furia venía hacia mí, con sus gigantes zarpas hacia adelante... y yo caí desmayada.

Pov. Grover

  Corrí hacia Jennifer, que estaba desmayada en piso... pero llegué tarde. La furia tomó a la chica por las costillas con sus zarpas. Tenía que hacer algo...

  Tomé mis cuchillos y comencé a lanzarlos, esperando no hacerle daño a Jenn. Le di en un  brazo a la furia... y en una pierna a Jennifer.

  Lancé un tercer cuchillo, que le dio a la bestia cerca del corazón.

  La furia chillaba del dolor que le había provocado  el cuchillo. Se ve que fue suficiente para matarla, porque se hizo polvo.

  Quedé espantado con lo que ocurrió a continuación.

  Al hacerse polvo, Jennifer comenzó a caer. Estaba a unos cinco o seis metros del suelo.

  Tenía que salvarla. Tomé mis flautas y comencé a tocar una canción que hacia crecer plantas. Las hice crecer formando una especie de colchón. Cuando fue suficiente, paré. Por suerte, Jennifer calló en el medio de éste.

  La remera de la chica estaba hecha jirones y manchada de sangre que le salía de las costillas... pero era peor el corte que le había hecho en la pierna.

Pov. Jennifer

  Desperté en una camilla de enfermería. Era la única en el lugar. Recordé todo lo que había pasado: Grover, el descubrimiento de que era una semidiosa y que tenía un padre, el Campamento Mestizo, el viaje en taxi, la furia y mi desmayo.

  Traté de pararme, pero sentí un dolor agudo en la pierna derecha y las costillas. Ambas estaban vendadas y con sangre.  Pero fuera de eso parecía estar bien.

  Grover irrumpió en la habitación.

  - ¡Jenn! - suspiro aliviado - ¡Por los Dioses! Me diste un gran susto - dijo, mientras yo tomaba un vaso que había en mi mesita de luz. Tenía un color extraño. Tome un pequeño sorbo. Sabía a... No lo podía creer. Tenía exactamente el mismo sabor que la tarta de frambuesas que preparaba mi madre. Lo tomé todo de un sorbo. Me sentí mucho mejor - Yo no haría eso muy seguido. - añadió Grover

  - ¿Por qué?

  - Eso no es cualquier bebida. Es néctar. Ayuda a mejorar a los semidioses. Pero tomar mucho puede llegar a ser peligroso. Sabe a algo especial, que significa algo para tí.

La otra hija de Poseidón © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora