Capítulo XII

8.4K 571 74
                                    

  [Capítulo anterior]

[...] Estábamos acostadas en la cama de mi madre, como hacíamos de pequeñas. 

  - ¿Qué? - me preguntó mi amiga Emily. 

  - ¿Por qué era necesario destrozar  mi departamento? 

  [Capítulo nuevo]

  - No sé - respondió Em. - Se habrá aburrido de esperarnos - rió.

  - No es gracioso - respondí enojada. 

  - No te enojes, y mira el lado positivo. Por lo menos no tocó tu habitación o la de tu madre.

  - Da igual - dije. - Por cierto, ¿qué significa eso que dijiste cuando mataste a Medusa?

  Emily suspiró antes de empezar a hablar. 

  - No lo sé con exactitud. Me lo dijo mi madre cuando me dio la daga. Creo que es una pequeña profecía, o parte de alguna. 

  Justo cuando terminó de hablar, escuchamos un quejido proveniente de la habitación continua. Era Sam. Seguro se estaba despertando. 

  Em salió corriendo y yo la seguí caminando. Apenas llegó al lado del sofá, prácticamente se tiró sobre su novio para abrazarlo. 

  - Mily, yo también te quiero, - dijo Sam - pero no me dejas respirar.

  - Oh, sí, lo siento - mi amiga se salió de encima del chico, un poco sonrojada. 

  - ¿Qué me pasó? - preguntó Sam señalando su herida, que ya no sangraba. Su remera del Campamento Mestizo estaba cubierta de sangre. 

  - Medusa venía armada - expliqué, mientras buscaba en su mochila una remera limpia. Se la pasé cuando la encontré. - Y es bastante buena manejándola - dije esto mientras el chico se ponía la remera limpia sobre la sucia. No me preguntes por qué no se sacó la que estaba manchada de sangre, porque no tengo la más mínima idea.

  - Claro - respondió mientras se la ponía. 

  - ¿Qué? - pregunté. 

  - No creo que sea tan buena - dijo haciendo una pequeña mueca de dolor al tocarse su herida. 

  - Sí, es muy buena - dijo su novia. - Los desarmó a los tres muy rápido y con mucha facilidad. 

  Sam enarcó las cejas, como preguntándome si enserio me había desarmado. 

  - Es cierto - dije.

  En eso, la voz alterada de Annabeth gritando nuestros tres nombres se escuchó desde mi habitación. 

  - Yo voy - dije girándome para ir hasta donde estaba la hija de Atenea. Avancé unos pasos y me volví a dar vuelta para ver a mis amigos, que se estaban besando. - Son un asco - dije. Ambos se separaron con las mejillas rojas y yo me alejé riendo. 

  Entré en la que solía ser mi habitación. 

  - ¡Jenn! - dijo la novia de mi hermano en cuanto me vio atravesar la puerta - ¿Qué pasó con Medusa? ¿Están todos bien?

  - Tranquila - dije. - Medusa se fue, y no va a volver a molestarnos. Estamos todos bien. 

  La chica comenzó a relajarse mientras yo le contaba lo que había pasado. 

  - ¿Así que Gea ha abierto las Puertas de la Muerte? - me preguntó. 

  - Así parece... 

La otra hija de Poseidón © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora