Llegué a mi cabaña y no había rastros de Emily, así que decidí entrar.
Entré en la cabaña y noté que era un verdadero desastre. Recordé una vez que mi amiga fue a visitarme, a mi departamento.
Flashback
Golpearon la puerta. Corrí a abrirla, ya que sabía que la que golpeaba era Emily.
La invité a pasar y fuimos directamente hasta mi habitación, que era un completo desastre.
- Jenny, - dijo ella - deberías ordenar tu habitación. Aunque sea solo un poco.
- No tengo ganas - dije echándome en mi desecha cama.
- Entonces te obligaré.
- No puedes. Además, soy mayor que tú.
- Solo por dos días. Mi cumpleaños es el veintitrés de agosto. El tuyo el veintiuno.
- Sigo siendo mayor...
- Si, pero eso no evitará que haga esto - dijo mientras tomaba mi almohada y luego me pegaba con ella de lleno en la cara.
-¿Eso fue una declaración de guerra? - dije mientras me paraba para tomar un almohadón. Le pegué en la espalda, logrando que cayera.
- Si. Esto es la guerra - respondió mientras volvía a pegarme.
Pasamos así gran parte de la tarde, riendo y golpeándonos con almohadas.
Así hasta que llegó mi madre y nos obligó a ordenar la habitación, porque notó que había más desorden de lo habitual.
- De alguna forma u otra, te obligué a ordenar tu cuarto - me dijo con notable orgullo.
- Si claro, Em - dije golpeándola una última vez, dando la guerra por ganada.
Fin del flashback
Comencé a ordenar la cabaña. Empecé por mi cama, y seguí por la de Percy. Las otras cuatro estaban intactas, así que no fue necesario hacerlas.
Cuando terminé con eso, junté la basura (que igualmente no era mucha) que había en el piso y la arrojé a un cesto de basura que ni siquiera había notado.
Cuando estaba por terminar, Emily entró en mi habitación, sin hacer el más mínimo ruido, y, por lo tanto, no la escuché.
Se acercó a mí por la espalda, y gritando mi nombre me dio un buen susto.
- ¡Jenny! - exclamó la chica.
Instintivamente saqué a Akti Selinis del bolsillo de mi campera y puse la punta de la espada a la altura del cuello de Emily, quedando a cinco escasos centímetros.
Recordé que Percy me había dicho que espada brillaba cuando detectaba cualquier tipo de peligro, pero hasta ahora no lo había hecho nunca. Irradiaba una luz blanca, parecida a la de la Luna, que empezó a disminuir lentamente.
Em me miraba con las cejas levantadas.
- No vuelva a asustarme así, - dije volviendo a tapar la espada - tal vez la próxima tu cuello no tenga tanta suerte.
- Linda espada - se limitó a responder - pero se me dan mejor las dagas - agregó sacando una de su cinturón y tendiéndomela.
Como la mayoría de las armas griegas, su hoja era de bronce celestial. Tenía una empuñadura muy bonita. Era de madera de roble, con pequeñas incrustaciones de oro y plata. En la hoja había algo grabado, algo en griego. "Δεν Επιστροφή" (Den Epistrofí). Lo traduje mentalmente.
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La otra hija de Poseidón ©
FanfictionSer hijo de los dioses suena divertido, pero no lo es. Es peligroso. Monstruos te persiguen día y noche. Tienes enemigos desde el momento en el que naces, aunque ni siquiera los conozcas en persona. Jenn Collins lo sabe porque lo ha vivido en carne...