Capítulo 39

2.4K 260 93
                                    

Navego en una bruma de sueño que no me permite volver a la realidad.

Mis parpados pesan como si no hubiese dormido en días, y por más que trato no puedo conseguir abrirlos, no logro rozar la realidad por más que lo intente.

Me tranquilizo.

Sé que estoy dormido, porque no hay nada más que una espesa bruma a mí alrededor, y porque a la lejanía puedo escuchar unos murmullos que van y vienen sin cesar.

Empiezo a guiarme por esos sonidos hasta que se hacen más claros y, una vez estoy lo suficientemente seguro de que puedo despertar, me aferro con todas mis fuerzas a esa intención y poco a poco logro abrir mis parpados.

Me toma un par de segundos despabilar, acostumbrarme a la tenue iluminación de la habitación donde me encuentro e incorporarme un poco sobre la cama.

Miro a mí alrededor, y vagamente logro recordar que ya una vez estuve en esta misma habitación, reconocería el aroma de Nichollas en cualquier lugar del mundo.

Empujo mi cuerpo hacia arriba, de modo que quedo sentado sobre la cama y apoyado en la cabecera de la misma, respiro profundamente tratando de despertar y vuelvo a echar un vistazo a mí alrededor.

La figura de un hombre mirando por la ventana llega a mi campo de visión y sin que pueda evitarlo susurro su nombre.

Él parece no darse cuenta, porque no me encara, no hace otra cosa que quedarse estático en el mismo punto donde se encuentra.

Mi corazón empieza a latir con tanta fuerza que soy capaz de escuchar lo desbocado que va en mi pecho. Estiro mi mano en dirección a la pequeña cómoda que hay a un lado, el reloj digital que hay allí me muestra que son las 12:52 de la madrugada y no puedo evitar pensar cuanto tiempo llevo dormido. Enciendo la lámpara.

No logro separar mi mirada de su cuerpo, ni siquiera cuando el brillo de la luz me golpea de frente dejo de mirarle. Nichollas gira su rostro en mi dirección y su mirada pasa de ser un interrogante a una combinación entre el arrepentimiento, la tristeza y el amor.

Sigo sus movimientos que lo traen hasta el borde de la cama sin poder emitir una sola palabra, no sé qué debería decir, no sé por dónde podría empezar.

Él tampoco hace nada por empezar una conversación, ni por sentarse en la cama, no hace más que mirarme fijamente.

—Nichollas. —Su nombre es pronunciado como una súplica, como un sueño hecho realidad, como si él simple hecho de que esté aquí fuese mi salvación.

Mi voz sale ronca y carraspeo para aclarar un poco mi garganta, Nick me observa en silencio, camina hacia la cabecera, estira su mano en dirección a la cómoda y estira un vaso de agua en mi dirección, lo tomo con manos temblorosas y acerco el líquido a mis labios.

Volvemos a sumergirnos en silencio, mientras el peso de todos los hechos se acentúan a nuestro alrededor.

—Hay muchas cosas que quisiera preguntar... —muerdo mi labio, no soy capaz de mirarlo—, pero no sé si quiero conocer las respuestas.

—Prometí que te lo contaría todo, mi amor. —Por primera vez habla, su voz también está ronca debido a las emociones contenidas.

—No me vuelvas a llamar así —digo, sin que pueda evitarlo.

Él asiente en mi dirección, su mirada pierde intensidad.

— ¿Te parece si salimos a caminar?, así... no sé, podríamos despejarnos un poco y saber por dónde empezar.

Asiento de acuerdo, no quiero estar más aquí.

Hago la frazada a un lado y veo mi cuerpo semidesnudo, con solo un camisón puesto, cierro los ojos y respiro hondo.

Esclavo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora