Capítulo 23

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Todos en algún momento nos ponemos una máscara con la necesidad de esconder todo aquello que nos avergüenza, aquellas fisuras que nos marcan como seres imperfectos. Una máscara que a veces, nos brinda valentía, seguridad y que sin ella, volvemos a ser los seres indefensos de siempre.

Yo me he puesto tantas mascaras que, justo ahora, no sé cuál debería utilizar.

En The Door 74 la máscara que siempre porté tenía la forma de un antifaz, uno que de alguna manera se encargó de brindarme protección contra mi desnudez, con la que cree una muralla que me aislaba del mundo exterior, un muro que construimos para esconder mi verdadera persona, así que en el momento que todos me vieron frente a un escenario sin ella, mi muralla cayó hecha pedazos en cuestión de segundos.

Lo más gracioso es que, a los ojos de muchísimas personas ahora soy yo quien estaba con Nichollas por su dinero, cuando no he permitido que se gaste su dinero en algo tan banal como regalos costosos. Mucho menos para alguien tan banal como yo.

No debería importarme, lo sé, todos ellos son desconocidos a los cuales probablemente no volveré a ver en mi vida, lo sé, pero a partir de ahora mi vida privada pasa a ser tema de conversación entre todos ellos. Y me da asco ser el centro de atención de morbo.

El trayecto de vuelta a Londres se me hizo como una mancha borrosa, como un largo vacío que parece no querer terminar nunca. De hecho, recuerdo muy poco en torno a ello.

Sé, que desvié todas las llamadas de Nichollas, excepto una, en la cual, en medio de la noche, en medio de lágrimas, contesté. No recuerdo con exactitud qué fue lo que dije. Sin embargo, quiero creer que finalmente corte de tajo todo rastro de mi relación con él.

Todo este tiempo no he hecho una cosa más que moverme en piloto automático, sin ser del todo consiente de las acciones que he tomado desde que he salido de Glasgow, sin dejar de darle vueltas al asunto que ocurrió hace más de doce horas y que no ha hecho más que carcomerme la mente de maneras que ni yo mismo puedo explicar.

Hace rato termine de bañarme, ya hace rato que termine de limpiar mi cuerpo, de lavarme el cabello, más sin embargo, no me he movido de mi posición, no he dejado de mirar como el agua se escapa por el desagüe después de golpearme la nuca.

La sensación de adormecimiento me ha acompañado en todo momento, y reproduce una y otra vez la noche caótica que he tenido.

El pánico no me ha abandonado ni por un solo instante desde el momento que salí de la mansión Seller. Una parte de mí –esa que es sensata-, no deja de gritarme una y otra vez que todo es culpa mía, que no puedo pretender meterme a una tormenta y creer que saldría ileso de ella. Que mi integridad, de una u otra forma ha sido arrebatada de mis manos al exponerme frente a cientos de personas. Que personas como yo no pueden estar enamoradas de personas como él, que si tan solo hubiese dejado de ser tan terco, tan obstinado, si no hubiese construido castillos en el aire, si tan solo la hubiese escuchado a tiempo, nada de esto estaría pasando.

La otra, no deja de pensar en escenarios fatalistas en los que, tanto Seller's Enterprise como Nichollas Da silva se ve afectados en muchos aspectos en los que de todos; yo soy el culpable. Todo porque su ex prometido ha vuelto por él, y está dispuesto a hacerme la vida añicos en el proceso.

No sé cómo o de qué manera va a afectarme el hecho de que, a los ojos de todo lo más Elite de Londres –si no es mucho el exagerar-, soy el chapero de tres al cuarto que se metió en las sabanas del Magnate más reconocido del país por dinero. No puedo evitar preocuparme porque van a empezar a averiguar acerca de mi vida, de mi pasado, de los mayores y más grandes secretos que enterré hace mucho y no quiero que salgan a la luz.

Esclavo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora