Capítulo 40

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Final Alternativo.


El cuerpo me pesa.

La superficie donde me encuentro acostado es sumamente cómoda, pero dista mucho de como realmente me siento en estos momentos.

Abro los ojos, escaneo mi alrededor, estoy en la mansión Seller, lo sé, estoy en una habitación que no conozco, que no es más que monótona y fría, una donde no hay ninguna fotografía, ningún recuerdo, nada que la haga sentir un poco personal. Un poco cálida.

Trato de incorporarme, pero la punzada de dolor me da de lleno en la cabeza me lo impide, me hace quedar quieto justo donde estoy y no es, hasta que el dolor pasa a ser un poco más soportable, que me atrevo a terminar de incorporarme.

El olor a tabaco me golpea el rostro segundo después de equilibrarme y me hace marear. Fijo mi mirada en el vaho de humo y sigo su trayecto hasta una de las esquinas de la habitación y lo veo.

Apenas puedo reconocer su figura, apenas logro reconocer los ojos que me miran sin una pizca de afecto, aquellos que debiesen mirarme con el amor que un padre debiese mirar a su hijo. En cambio, la mirada que recibo de Christopher Da Silva, es de completo disgusto.

Respiro profundo, tratando de acompasar los latidos erráticos de mi corazón y bajo un pie de la cama, luego el otro y, finalmente, me armo de valor antes de afirmar mis manos al borde de la cobija y le miro.

A pesar de la oscuridad del lugar donde se encuentra puedo observar como su ceño se frunce y la mano donde sostiene un cigarro se tensa.

Christopher bebe el contenido de su vaso antes de ponerse en pie y caminar directo al ventanal y afirmarse en el borde.

—No se suponía que te enterarías.

—No se suponía que estuviera vivo —digo, a media voz, fijándome en su espalda— Y aun así estoy aquí.

Hace una negativa con su cabeza, y siento una ronca carcajada carente de gracia salir de su pecho.

—Veintiún años, y vienes a joder mi familia de esta manera.

—¿Joderlos? —cuestiono, mi cuerpo empieza a temblar—, ¿En qué momento he hecho yo algo por joderlos a ustedes? Si de todos nosotros he sido yo quien peor la ha pasado. —Me pongo en pie— En todo jodido aspecto, he sigo yo quien ha sufrido todos y cada uno de los veintiún años que tengo; en cinco meses ustedes me han humillado, me han rebajado a su antojo, me han jugado el dedo en la boca y se han estado burlando del pobre bastardo sin padre y cada día se queda sin madre, ¿Y usted se atreve a decir que yo he venido a joder su familia? Cuando mi único error probablemente ha sido enamorarme de Nichollas Da silva.

— ¡Y empezaste a joder a mi familia cuando te le metiste por los ojos a mi hermano! —Grita—, ¡Mi hermano, que es tu jodido tío! ¡¿Y dices tan tranquilo que te enamoraste de él?!

— ¡¿Y qué espera que diga?! —igualo su tono de voz—, ¡Si hasta doce horas atrás yo juraba que él y yo habíamos estado destinados a estar juntos! —La primera lágrima cae y un centenar de ellas la acompañan— Y-Yo no tengo la culpa de sentir lo que siento por Nichollas, ¡Y-Yo no tenía ni puta idea hasta ahora!, —vocifero y doy un paso en su dirección—, ¡Y de no haber sido porque ustedes no son capaces de guardar un asqueroso secreto yo no lo sabría!, seguiría viviendo en la seguridad de la ignorancia. Y... no se atreva a culparme... —niego con la cabeza—, porque no tengo la culpa de estar vivo, ¡Si está buscando alguien para culpar mírese a usted mismo! Porque si usted solo se hubiese asegurado de que mamá había abortado, ¡Su vida estaría resuelta...!

Esclavo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora