Capítulo 8

9.1K 740 183
                                        


Nuestras bocas se fundieron en un beso ansiado. Su lengua recorriendo y explorando cada rincón de mi boca, acoplándonos en una perfecta sincronía, sus manos me tienen sujetado por la cintura y el cuello, asegurándose de que no me fuera a escapar y yo, en un ataque de valentía situó mis manos alrededor de su cuello para intensificar nuestro contacto.

Poco a poco sus labios se separan de los míos y empiezan a repartir suaves y pequeños besos en mis mejillas, la punta de mi nariz, mis parpados y mi frente para nuevamente quedar frente a mis labios.

—Jodida mierda, besarte es mejor de lo que había imaginado —Dice y trata de acercarse nuevamente.

—No —Lo detengo—, no puedes creer que tienes el derecho de besarme solo porque me he abierto a ti Nichollas. No tienes ningún derecho de hacerlo.

— ¿Por qué? ¿Por qué no puedo tocarte como cuando bailas? ¿Por qué, en el jodido infierno no puedes aceptar lo que te ofrezco y pasar conmigo una noche? —Dice, y sus maños se cierran en puños sobre su regazo.

La resolución me golpea de lleno, todo este acto de generosidad no era más que una faceta para lograr su cometido de llevarme a la cama. Una corriente de aire llena de tensión atiborra el ambiente y yo me esfuerzo por aparentar normalidad antes de decir:

—Porque yo no lo hago por simple placer, lo hago por necesidad y son dos cosas totalmente diferentes —Digo y me sorprendo de la naturalidad como sale mi voz, supongo que, después de tanto tiempo ya es normal aceptarlo—. No puedo aceptar lo que me ofrece porque no tengo el más interés en poseer algo que no me corresponde por cosas que yo no hecho. Mucho menos me veo interesado en ello porque a mí no me interesa un hombre que cree que puede tenerme solo porque dice que con dinero o regalo caros puede comprarme. No me importa cuanta cantidad de dinero puede tener en sus cuentas bancarias ni mucho menos cuanto puedo recibir yo de eso... creo que se ha equivocado de persona.

—Creo que es momento de irte Carter —dice, y una leve punzada de decepción me invade, aun así hago todo acopio de mi orgullo y asiento dándole la razón.

—Yo también lo creo señor Da silva —me pongo de pie rápidamente y recojo el desastre de envases vacíos que hemos dejado, una vez todo esta decente vuelvo hacia el—, que pase una feliz noche.

Salgo de su apartamento y me alejo a pasos rápidos, se ha hecho de noche y tengo un largo camino por recorrer hasta llegar a casa, lo único que quiero en este momento es darme una ducha y acostarme a descansar para mañana volver a mi rutina.




La inflamación de mi cuerpo ha disminuido considerablemente, de igual forma, he tratado de esconder lo mejor que puedo los escandalosos moretones que se tornaron de un morado intenso con algo de maquillaje que Agatha aplico en mi piel, por otro lado, no he podido hacer nada más que ponerme un parche en donde se la apertura de mi cabeza, así que trato de mostrarme indiferente ante las miradas curiosas de las personas a mi alrededor mientras observo fijamente la persona frente a mí.

—Entonces... ¿No te acostaste con Nichollas? —Pregunta Agatha dando un sorbo a su café.

He pasado gran parte de la mañana explicando los acontecimientos del día sábado a Agatha, quien no para de decir que su hermano es un héroe, tampoco ha podido dejar decir que hubiera muerto al ver como golpeaba al pervertido que trato de violarme.

—Nop, todo fue una malinterpretación por parte de tu primo, aunque las cosas se salieron un poco de control cuando llegaste. Aunque creo que yo también tuve mucho que ver para que las cosas terminaran de esa manera.

Esclavo De TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora