CAPÍTULO 38

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~ ¿TENER ESPERANZA O DEJARLO IR? ~


Amelia Ferrer

James ordenó que tomaríamos rumbo a Rusia y todo estuvimos de acuerdo. Fue notable que él no me quería cerca. Estábamos acomodados en el jet privado en un gran silencio, sus ojos azules me mostraban indiferencia. Quería acercarme, tocarlo, preguntarle si estaba bien, tenía nuevas cicatrices en los brazos, en algunas partes de su rostro.

Llevaba unos minutos con su mirada fija en mí, tuve que desviarla para concentrarme en lo que decía Amanda.

Comprendí la situación. Ese hombre no es mi James. Los documentos hablaban por sí solos, tenía una lesión cerebral traumática. James no me iba a recordar, tal vez algún día lo haría, más no era seguro. El cerebro era algo complejo de estudiar, por lo tanto, quedaba la incertidumbre.

El brillo perverso que relucía en esos ojos azules estaba intacto, pero esa mirada que me brindaba ya no estaba. Ni siquiera le causaba curiosidad ni mucho menos en esa mirada había amor por mí.

—Perdóname, no tuvimos la valentía para decirte.

—Eso ya no importa. —Al verla, sé que no es la única que está sufriendo por dentro.

—Amelia, él algún día ¿recordará?

—Es complejo, puede que algún día recuerde o puede que nunca lo haga.

—Él no ha hecho nada por querer recordar. Le hemos contado gran parte de su vida, pero lo toma como si fuera una obra literaria.

—No podemos forzar a que recuerde, en vez de eso, podemos repetir situaciones, llevarlo a lugares que frecuentaba.

—¿Empezar de nuevo? —Asiento. —Sí, eso estaría bien.

Cierro los ojos con una pesadumbre que me presiona el corazón, va a ser difícil. Miro por la ventanilla del avión para ahuyentar mi congoja.

James Lebedev vivía en el pasado y de ese iba hacer su presente. Intenté hablar con él y le pidió a Robert sentarse a su al frente; sin embargo, sus ojos estaban puestos en mí, calculando mis movimientos. Yo lo miraba con anhelo, preocupación y amor. Para mí es mi todo. Para él, soy nada.

"No tengo deseos de recordarte."

"No eres nadie."

Presiento que me va a destruir y tengo que salir de aquí. No quiero, no puedo, tengo la esperanza de que algún día me recuerde o se enamore otra vez de mí. Tengo que intentarlo, solo una vez.

Él no se rindió conmigo, luchó para que lo acepte en mi vida, no lo dejaré. Nos íbamos a casar. No. Nos vamos a casar, él es mío. El Rey querrá jugar solo, pero la Reina mueve las piezas, va más rápido. Sin ella, el Rey queda desprotegido. La Reina no se da por vencida, a menos que el Rey la traicione.

—No puede desligarse de ti Amelia —asegura en un susurro—. Así mi hermano no quiera, él no puede dejarte desamparada. Quiere el puesto de nuevo, estarás en peligro.

Observo mi anillo con añoranza. Pego mi mano a mi pecho, lánguida en el asiento.

Amanda se levanta y me pide ponerme en pie. —Vamos adentro, necesitas descansar un poco.

Giro mi rostro para mirarlo, su cabeza está recostada hacia atrás en el asiento y con los ojos cerrados. Tomo la mano de mi amiga. Jerome está roncando y Marco a su lado apoyando su cabeza en su hombro. Sonrío levemente. Vlad se levanta del último asiento.

DIME QUE SÍ © |TERMINADA| |+21|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora