CAPÍTULO 40

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~ ¿SENTIR OTRA VEZ? ~


James Lebedev

Paso las imágenes con desesperación. No terminan, son casi infinitas. Me detengo en las fechas, muchos años con esa mujer. Sigo sin entender qué me llevó a esto, cómo pude caer por ella.

—Adelante —permito al escuchar los toques en la puerta. No alejo mi mirada de las imágenes, se me ve feliz. —Es miserable ver esto.

—¿Señor? Tenemos un problema. —Desvío la mirada hacia Robert, espero paciente a que hable. —¿Se acuerda del nieto de Raiden?

Pongo mi mano en mi mentón. Está hablando del primo favorito de Akira, Ryu.

—¿Qué sucedió con él?

—Nuestros fieles servidores nos informaron que Kahler se reunió con Ryu. Vengará a su prima, lo dijo abiertamente cuando salimos del centro de operaciones de los yakuza.

—Así que Kahler y Ryu me quieren muerto.

—En sí... —cabecea, arrugo la frente—. Le pusieron precio a la cabeza de la señorita Amelia.

Me dirijo al ventanal, observo a mis sombras rondar por los exteriores. Hago un saludo al francotirador de la esquina de otra casa.

—¿Cuánto?

—Cincuenta millones de dólares. Las sombras se comunicaron con Vlad, están en la empresa de Ágata Sokolov.

—¿Hay otra forma de localizar a Amelia? —cuestiono.

Si fue mi mujer, debía tener más que sus guardaespaldas. La protección es lo primero, fue parte de mi familia, así que tuve que hacer más.

—Sí señor, el collar que tiene, los diamantes en la cruz, uno de ellos tiene un microchip GPS.

—¿Alguien se atrevió a ir detrás de ella?

—Los yakuza están teniendo problemas internos, algunos desertaron y se fueron junto a Ryu. Se aliaron con los turcos y albaneses.

—Tenemos acuerdos firmados.

—Exacto, el problema radica en Kahler, algunas sombras van con él.

Necesito sacarme esta mierda de cabestrillo.

—Duplica el dinero para los que se atrevan a tocarla y que me traigan la cabeza de los traidores. Vamos, nadie toca a la imponente Reina del Diablo.

Robert asiente y sale del despacho.

Saco el arma de la gaveta y guardo los libros en su lugar. Algo en el centro de mesa llama mi atención, ha dejado su celular. Al prenderlo, en su fondo de pantalla estamos los dos, en una isla, con Pand en mis manos. Una sonrisa se me escapa, se desbloquea con facilidad, el gato infernal me saluda, lo apago y lo guardo en mi bolsillo.

El gato maúlla desde el sofá.

—Parece que tu madre está en problemas.

Mau.

—Sabes, tengo esa impetuosa necesidad de saberla a salvo, aparte de que las sombras se vendrían en mi contra. No la recuerdo y no quiero hacerlo.

Ronronea.

—Seguro nos amamos, seguro nos perdimos el uno en el otro... Amelia es una tentación, debe conocer mucho de mí y eso me fastidia, no soy así, o bueno, lo fui una vez. ¿Entregar mi alma a una mujer?

DIME QUE SÍ © |TERMINADA| |+21|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora