CAPÍTULO 8

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~TENERTE~


Directo a la cueva del lobo, alias "el ruso Jam".

—Tenías que dormirte —manifiesto resignado.

Estoy conduciendo y Amelia está roncando bajito. Me causa ternura y es imposible no reír. Todo un espectáculo meterla a mi carro. Antes de ingresar se había resbalado y yo con ella, luego al cerrar la puerta su vestido se había enganchado a esta, ahora se le ve toda la pierna y veo el indicio de un encaje negro.

Deseo tocarla, pero está muy mal.

Esta será la primera vez que Amelia entrará a mi pent-house.

Llego a mi edificio, tomo nuestras cosas y salgo del auto. Saco con cuidado a Amelia y parece que estoy llevando a un desmayado. Su cabeza está colgando al igual que sus brazos. Saludo a Robert, el conserje, y me ayuda a pedir el ascensor. Pongo mi huella para que vaya directo a mi departamento. La tecnología de mi empresa es lo último del año.

—Si te pediría que seas mía, ¿me dirías que sí? —pregunto mientras la observo.

¿Cómo puede dormir así? Esta pasada de copas, pero ¿dormirá así todos los días?

Ingreso a mi pent-house, la recuesto en el sofá. Después dejo nuestras cosas en el mesón de la cocina. La vuelvo a levantar como un bebé, esta vez ella murmura y entreabre los ojos.

—¿El lobo ya me comió? —Alza su mano para tocarme el rostro y me palmea. No sé si reír o zarandearla.

—Te va a comer.

—Genial, traigo encaje —me agarra del cuello fuertemente que me hace agachar la cabeza y me susurra al oído—. Soy virgen, así que tráteme bien lobo.

Y luego vuelve a colgar su cabeza en mis brazos mientras ríe. Su confesión me ha dejado helado, no lo imaginaba. Tampoco hubiera sido lo peor que ya haya experimentado con otros hombres. Sería su primero y su último.

¿Qué me has hecho Amelia?

Me dirijo a mi habitación, acomodo su cuerpo en la cama.

Joder, ella es un ángel que corromper.

Se levanta y me sonríe maliciosamente. Se tropieza con sus zapatos y cae sentada en la cama. Se va deshaciendo de su vestido con torpeza, me acerco y la ayudo.

¿Qué estupidez estoy haciendo?

Retiro mis manos rápidamente, pero ella no logra sacarse por completo el vestido, lo tiene en su cuello, veo su celular entre sus senos.

Amada Rusia.

Decido dejarla e ir a mi closet para buscar una camiseta.

—¡Eh ¿a dónde vas?! ¡Se supone que el lobo no huye! —grita.

Me rio de sus ocurrencias y regreso para encontrarme con ella desnuda, como Dios la trajo al mundo, jodidamente desnuda.

Estoy paralizado, como un idiota observándola. Sus caderas son anchas, la haría sentarse a horcajadas encima de mí. Sus senos son perfectos, ella se da la vuelta y me quedo observando su trasero. Es redondo, un jugoso melocotón que quiero comer. Me acerco lentamente y me detengo detrás de ella.

—Si tú eres el lobo yo soy tu caperucita —ríe.

Está borracha. No se toca una mujer borracha.

DIME QUE SÍ © |TERMINADA| |+21|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora