CAPÍTULO 49

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~DIME QUE SÍ UNA ÚLTIMA VEZ~


Amelia Ferrer

Entra al vestidor sin percatarse de mí, me muerdo la lengua para no gritarle el dolor que me ha causado. ¿Por qué jugar conmigo? No confió jamás en un nosotros.

James no había vuelto a la cama, se quedó en el primer piso. Lloré toda la madrugada, por mi ingenuidad, por el amor que sentía, por el amor que le profesaba. No me lo merecía, él sabía que no me lo merecía.

Cambió desde que perdió la memoria, mis intentos de hacerle recordar no sirvió de nada, o tal vez sí, solo que me hacía creer que le interesaba nuestra vida y no era la verdad.

Tenía que irme, irme sin ver atrás. Pero, ¿cómo dejar de amarlo? Mi corazón sangraba por haber creído en un hombre que ya no me amaba y no sentía nada más que una atracción física.

Me senté en la cama mirando hacia la ventana, los rayos de sol chocando en mi rostro. Sentí sus pasos y aspiré su fragancia, a pesar de lo que me había hecho, lo extrañaría. Fui muy tonta al creer que él sería el único y mi último. Esos finales de un felices para siempre solo sucedían en las películas de Disney.

Él me juró que no me rompería el corazón y lo hizo, le di el poder de hacerlo. Yo era la única culpable de nuestra caída.

—Estaré aquí en la noche, nana se quedará por una semana. —Apreté los ojos y mordí mi lengua. Era su trofeo, la mujer que esperaba por él.

—¿Podríamos ir a nuestra isla? —Esa idea rondaba mi mente desde que había escuchado a las sombras.

Lo miré de reojo, detuvo sus pasos antes de llegar a la puerta.

—No tendré tiempo Amelia. —La frialdad de su voz debió hacerme parar en mis insistencias desde el instante que empezó.

Me levanté de la cama para ir hacia el vestidor. No me importaba lo que él quería, ahora era por mí, lo necesitaba. ¿Qué más daba? Destruida ya estaba.

—Le avisé a Karla que haga espacio en tu agenda por tres días, iremos a la isla hoy por la noche.

—¿Quién te crees que...? —Seguí mi camino para no escucharlo.

Vacía. Nada tenía sentido.

Se resistía a mí, sus acciones eran contradictoria a lo que su mente le decía. ¿Por qué lastimarme? ¿Por qué mentirme? Era la mujer en su cama, dispuesta a él a cada momento que quisiera y nada más.

Estaba cegada por el amor que le tenía, el amor que él me hizo creer podía volver a surgir entre los dos.

Tomé un vestido del colgador cuando su mano tomo mi mandíbula con fuerza y me encaró, no me amedrenté. Él no me encontró. Sus ojos furiosos se calmaron al ver los míos, su mano dejo de ejercer presión y retrocedió. Él ya no era mi James.

—Con todo lo que ha pasado necesitamos un tiempo juntos, siempre lo hacíamos —manifesté con la garganta en un nudo.

No me pasó desapercibida su molestia. Y ahí estaba las señales que pasé por alto. No hay amor, no hay nada. Nada.

En silencio se retiró. Cuando el sonido de la puerta de la entrada se cerró con fuerza, me permití caer. Me deslicé hasta el suelo, llorando por todo lo que perdí. Moví mi cabeza hacia los lados tratando de no recordar sus palabras de ayer. Fue mi decisión, mi peor decisión.

Ni una sola lágrima caería más. Sofía tenía razón, él no era sincero conmigo, desde que nos volvimos a encontrar nada fue igual. Todo estaba perdido desde el principio. Mi hermano tenía razón en que el ruso me destruiría. ¿Qué les diría a mis padres? Me enfrenté al mundo por él y no le importó.

DIME QUE SÍ © |TERMINADA| |+21|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora