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CAPÍTULO 37

~EL REY SOLITARIO~

Abril 2017

Amelia Ferrer

Pasan los días y James no da señales. Estoy demasiado preocupada. He puesto prioridad al trabajo, en la clínica y diseñando. Sofía ha sido mi compañía. Me da nuevas ideas, ahora vamos a incrementar otra cafetería dentro de la clínica. Nuestra boutique va tomando posición en el mercado, las ventas han subido y haremos una recepción por la nueva temporada, mostrando los nuevos diseños.

Amanda está en Rusia, dijo que estaría viendo la empresa de sus padres, pero no me la creía, la noté muy preocupada. Me aseguró que no tenía nada que ver con James. Las sombras podrían estarme mintiendo o simplemente no sabían nada al respecto. Necesito respuestas, tengo que buscar un tiempo libre y un reemplazo rápido.

Salgo de mi habitación para dirigirme a la sala. Sofía habla alterada por celular, me quedo en el pasillo para escuchar. Jerome y Marco todavía no llegan con la cena.

—¿De qué estás hablando?

—¿Me estás jodiendo? Víktor me pediste tiempo, y me estoy desesperando al ver a mi amiga decaída. ¿Qué mierda está pasando?

Frunzo las cejas y sigo caminando. Algo esconden los Lebedev.

Ella se percata de mi presencia. Le quito el celular.

—¿Vas a decirme qué sucede? —Silencio, solo escucho su respiración. —¡Respóndeme!

Víktor: Amelia... no puedo.

—¿Amanda está ahí verdad?

Viktor: Sí, es delicado, yo... no sé qué decirte.

—Dime la verdad, ¿qué está pasando?

Justo en ese momento mis sombras ingresan al departamento. Quedan inmóviles en la puerta, mirándome a mí y a mi amiga.

Víktor: James... él... tuvo un accidente.

—¿Por qué no sabía que mi prometido había tenido un accidente? ¡Ha pasado más de un mes! ¡¿Por qué me hicieron esto?!

Respiro agitadamente. Sofía me hace sentar en el sillón.

Víktor: Di ordenes que no te dijeran nada.

—Quién te crees tú para hacer tal cosa, ¿dónde están?

No tenía ningún derecho, él tiene su propia gente.

Víktor: Estamos dirigiéndonos a Shanghái, Zháo...

Cierro los ojos. —Lo sé. Estaré ahí.

Víktor: Amelia, James no es el mismo, es complicado de decir. Discúlpame.

No respondo y cuelgo la llamada.

—Amelia —Me abraza por la cintura, oculto mi cabeza en su cuello y rompo en llanto. —No lo sabía, Dios, estoy enojada porque no me lo dijo.

—Por eso no volvió ni se comunicó. —Alza mi rostro y acomoda mi cabello en mi espalda. Me levanto abruptamente y me da un mareo. —¿Qué puede ser para que me lo oculten?

—Amelia, estás ardiendo. —Empiezo a respirar irregularmente, Sofía se acerca a mí para tomarme de los brazos y sentarme. —Respira, Amelia.

Señalo a las sombras parados en la puerta. —Arreglen todo para irnos a Shanghái.