CAPÍTULO 63

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~LETAL~


Nápoles, Italia

James Lebedev

Hay un olor a lavanda y coco en el ambiente, es... es ella. Amelia.

Me levanto abruptamente y el dolor me golpea tanto que caigo devuelta a la cama. Giro mi cabeza, a unos pasos está Romario en su cama con un yeso en la pierna. Caigo en cuenta del peluche de gato sobre el buró. De ese peluche proviene el aroma.

Las sombras están durmiendo o inconscientes en el pasillo que nadie ha notado que alguien ha dejado el puto peluche.

—Mika —mi voz sale apenas un susurro. —¡Mika!

—¡Voy! —Las sombras van levantándose, algunos están heridos. —Estaba administrando medicamentos a los demás.

Señalo el peluche. —Alguien entró.

—Eh, no me he dado cuenta. —Rasca su nuca. —Es que todos están mal heridos, mire, tengo una venda en el estómago.

Sobo mi sien con mi mano libre. —¿La encontraron?

—Ella no estaba ahí señor. —Frunzo el ceño. —De hecho, obtuvimos información encriptada de Lee Do Young, Pavlovic fue visto con una mujer muy parecida a la jefa en Nauders, Austria.

—¡¿Qué?! —exclamo atónito. —¡Estuvimos en Austria, joder!

Desesperado y furioso, voy por el maldito peluche, meto mi mano por la parte sin costura y extraigo una nota.


"No esperas y pasa. No te preocupes, ahora juguemos al ahorcado, ya tienes las letras, estás cerca."


Río sin gracia. Me está volviendo loco. Al menos sé que está viva.

—El ahorcado —murmuro. Cojo un lápiz y libreta del buró. —Me has mandado a Polonia, a Bratislava-Eslovaquia, a Austria, a Siracusa y terminé en Nápoles.

Un juego de letras, debe encajar algún puto país, ciudad, pueblo. Me tomará horas y lo conseguiré.



**********



Pontresina, Suiza

Tengo gente trabajando en la busca del aspirante asesino de mi futura esposa. Amelia supo manejar ese asunto mientras jugaba con mi cabeza.

Mi mujer está cabalgando en la pradera y se ve como una diosa nórdica, el problema es que está junto a Pavlovic.

Vuelvo a mirar el anillo, uno nuevo y mejor. Tengo todo listo.

Amelia se despide de Pavlovic y regresa a nuestra casa. Una de las tantas propiedades que puse a su nombre.

Camino por el sendero, tranquilo y motivado.

Pasé sus pruebas. Los encontré. Empezaremos de nuevo.

Llego a la casa, su cabello ondulado se revuelve con la ventisca. Mi corazón se acelera, me pongo nervioso de la anticipación. Por primera vez en toda mi vida no sé cómo reaccionar a lo que ella hará.

—Ame-Amelia —tartamudeo. Ella se detiene, no gira. —Dime que sí, por favor. —No hace falta tantas palabras, es el permiso que necesito y anhelo con toda mi alma.

DIME QUE SÍ © |TERMINADA| |+21|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora