CAPÍTULO 56

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~SEMPITERNO~

PARTE II


Víktor Lebedev

Los ruidos de las cosas al romperse seguían escuchándose en el tercer piso de la mansión de James. Una bestia encerrada en la habitación buscando la salida de su mal hechizo, el Diablo destrozando su territorio.

—¿Deberíamos detenerlo?

—Eso le sucede por imbécil. —Subió los pies al centro de mesa. — ¡Nana! Sírveme un poco más de esos panes.

Su pedido fue lanzado hacia su cabeza. —¡Insensible!

—¡Él se lo tiene merecido! —gritó ofendido y agarró uno de los panes que había caído en su regazo. —Todos le dijimos y ni así el hombre. Aunque tengo parte de culpa, le creí cuando me dijo que Amelia le fue infiel.

Robert frunció el ceño mirando al hermano del Diablo.

—En realidad, Jerome y Marco siempre estaban cuando ellos dos salían juntos, para la jefa fue su amigo hasta que...

—Hasta que el inútil de mi hermano la fregó, lo sé —interrumpí.

—Quisimos decirle, pero nos mandaba a callar. Poco a poco perdimos la intención y solo nos dedicamos a cuidarlos.

Miro el bate en la mesa, debí hacerlo mucho antes. Un golpecito le vino a bien, aunque ahora debía llevarlo a la clínica para ver si estaba en perfectas condiciones.

Pasaron los minutos escuchando los ruidos en esa habitación, las sombras ya se habían puesto al tanto de que su jefe había recuperado la memoria.

Y ahora ¿Qué?

Era una incertidumbre, pero sabía que correría sangre, el infierno se desataría, la oscuridad envolviendo a los que iban en contra del Diablo. Lo engañaron y se llevaron a su Reina.

Las sombras no sabían la verdad y quedaba la duda: ¿Qué pasó con sus jefes? ¿Qué los llevó a la destrucción?

Vi a mi hermano bajar ensangrentado. Su piel tenía nueva tinta. El nombre de su amada en el pecho, y ni así el torpe daba su brazo a torcer. Y el tonto era yo.

—¿Y ahora qué harás? —Me atraganté con otro pan.

—Recuperar a mi familia.

—Primero te llevo a la clínica, antes de que mamá se entere y te golpee.

Él se dirigió a los hombres alrededor. —Sombras, estamos de cacería.



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Octubre 2018

Barcelona, España

Amelia Ferrer

La madre de James cargaba Dmitry con lágrimas acumuladas en sus ojos. Se había tomado un tiempo para venir a verme a pesar que ya estaba en el país. Pand se encontraba sentado a los pies de Alexander, quien estaba echado en la cama mirándolo y maullándole, mi diablito intentado levantarse para tocarlo.

—Se parecen a él.

Desvié la mirada hacia mi otro diablillo, cada vez se parecían más, tenían pocos rasgos de mí.

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