CAPÍTULO 55

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~SEMPITERNO~

PARTE I


Días después...

Amelia Ferrer

Puedo decir que estoy enamorada otra vez, mis dos diablitos duermen en mi pecho, sus pequeñas motitas de cabello me hacen suspirar, idiotizada y hechizada por ellos.

Se me forma un nudo en la garganta, mis ojos se nublan, la alegría reboza en mi pecho que mi corazón quiere salirse, estoy siendo valiente al sostenerlos en mis brazos.

Las sensaciones son indescriptibles... ¿Así se sentía ser madre?

Dmitry y Alexander.

Unos ángeles, unos demonios, los protegería de todos y de él. Nadie les iba hacer daño, me había condenado y ahora a ellos conmigo. Antes hubiera sido diferente, pero ese hubiera no existe. Todo estaba hecho, no había vuelta atrás, iba a luchar por protegerlos.

La habitación estaba colmada de regalos, de mis amigos, de mi familia, de Hassan y de los hermanos Lebedev. Había cumplido mi tiempo en la clínica, había presentado complicaciones luego de la cesárea y era hora de regresar a casa. Sofía estaba arreglando todo en el departamento, y arreglar los últimos detalles en mi habitación.

Mi madre apareció con dos vasos de café y varias bolsas en sus manos.

—Aún no me puedo creer que soy abuela. Espero que mis genes se apoderen de esas criaturas tan hermosas —susurró con voz aguda.

Mis diablitos se removieron, Dmitry buscando mi seno. Mi madre me ayudo con Alexander para poder alimentarlos en sincronía.

Acaricié su pequeño rostro con las yemas de mis dedos, tan suave, tan terso.

¿Cómo no caer ante ellos?

Aitor cayó por ellos y de varias formas. Cuando los volvió a ver en sus incubadoras, se desmayó. Cuando iba a cargarlos por primera vez, volvió a desmayarse. Había vuelto a su trabajo, y solo esperaba que volviera pronto.

El sol se iba lentamente, el color casi rosado atenuaba mi encogido corazón. Una luz parpadeo en mi mano y sonreí, mis sombras siempre estarían ahí desde la oscuridad, serían los protectores de mis hijos, solo de ellos.

Giré el rostro hacia la puerta al escuchar unos toques, Hassan me sonrió con grandes peluches de leones. Le sonreí cansada, estaba feliz de que estuviera aquí con nosotros.

Dio un beso fugaz en mi mejilla y se acercó a verlos. Sonreía y murmuraba viéndolos en sus camillas, tocaba sus diminutas manos en puño.

—Lo hiciste bien Amelia, me hubiera gustado estar aquí. —Besó mi frente para sentarse a mi lado en la camilla y aferrarme a su lado.

—Pronto Hassan, que cumplan un año.

—Pronto Amelia. —Alzó mi barbilla para darme un beso.



🌷🌷🌷🌷🌷



Mis padres me acompañaron al departamento. Hassan se había ido de vuelta a Dubái diciendo que regresaría en cinco días, íbamos a intentar tener una relación a distancia, él vendría a Barcelona cada vez que pudiera hasta que estuviéramos todos juntos.

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