CAPÍTULO 41

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~KAHLER, ADIÓS~


Amelia Ferrer

En medio de la noche, James ingresa a mi habitación. Lento y precavido avanza hacia mí.

Sus manos recorren mis piernas, mi abdomen, sus dedos callosos me dan cosquillas. Sube mi camiseta y toca la parte inferior de mis senos. Pido que me toque, anhelo un solo roce, es casi una agonía no poder hacerlo. Besa el contorno, chupa mi pezón y su otra mano masajea mi otro seno. Agarro sus manos para que apriete más fuerte, susurro su nombre.

—No te quiero cerca, pero quiero perderme en tu cuerpo.

—¿Por qué te resistes? —Su aliento en esa zona eriza mi cuerpo, sopla en mi pezón y lo succiona, chupa y muerde antes de alejar su boca. Se sienta en la cama y mira fijamente mis pechos.

—Me llamabas entres sueños, intentas que te recuerde, que mejor manera que perdernos el uno en el otro.

Gateo hacia él, pongo mis manos entrelazados en su cuello. —Si sucede será porque yo decido. Y si me dices que quieres saber sobre un recuerdo nuestro, si me dices que tú quieres recordarme.

Duda, nuestras narices se rozan.

—¿Quieres jugar?

—No estoy jugando, es algo de lo que vas en contra, estás yendo en contra de tus sentimientos por el poder que quieres de la bratva. Te dejé entrar en mi vida, se tu pasado, se tu historia y no me importó, seguí contigo a pesar que se aparecieron tus enemigos.

—Silencio —niega con la cabeza. Su mano izquierda pasa a su cuello, su otra mano acaricia distraídamente mi cintura.

—¿Crees saber cómo destruirme? El James que amo no me lastimaría, sería egoísta al no querer que me vaya de su lado. Me protegería, tal como lo haces ahora, y lo seguirás haciendo porque es algo que ya está en ti. Tu mente me habrá olvidado, pero tu corazón aún late por mí, no me alejes de tu lado.

Sus ojos no dejan los míos, bajo mis manos de su cuello hacia su pecho fornido.

—Las mujeres son los puntos débiles. Lo mejor será que estés alejada de este mundo, una vez en el poder no tienes salida, volveré a ser el Rey de la bratva y lo haré solo. —Quita mis manos de su cuerpo—. Será mejor que te vayas por tu propio pie.

—¿Qué quieres decir?

Me molesta su manera de pensar, de hacerme sentir diferente como si no fuera esa persona de la quién él se enamoró.

—Eres muy tonta por seguir aquí, a mi lado, no soy ese hombre que quieres hacer volver.

—Sigues negándote y me duele, con tus acciones me haces creer que te importo, y con tus palabras haces sangrar mi alma —Me siento en la cama dándole la espalda—. Vete, vete por favor.

No se mueve, no se va, no escucho sus pasos, aún siento su presencia detrás. Agarro mi neceser de la mesa de noche e ingreso al baño, mis ojos se nublan, pasan varios minutos hasta que él sale de la habitación de un fuerte golpe.

¿Qué nos estamos haciendo? ¿Qué estoy haciendo?




**********




Amanda está hablando mientras que le voy haciendo unos masajes en el brazo a James. Era de noche y había venido un colega a revisarlo, necesitaba pastillas y hacer reposo. El daño ya estaba hecho, si forzaba su brazo podría ser que la lesión se haga una fractura o que rompa sus tendones, necesitaría cirugía.

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