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Narrador omnisciente:
Fred salió enfadado del apartamento donde George se encontraba sentado en el sofá.

-Solo quiero ayudarte pero eres tan idiota que no volverás a ver a Joyce jamás y serás infeliz toda la vida y yo te lo diré hasta el día en que tengas que ir en silla de ruedas!- le gritó desde fuera de la puerta a lo que George rodó los ojos molesto.

Por que se ponía así? Solo había aceptado hablar con Alicia en una cafetería, como amigos, por que se lo tomaba así? A veces no entendía la postura de su gemelo.

Fue el colmo para él cuando Fred le dijo que podía volver a Joyce, mierda! Se estaba olvidando de ella, por que le hacía eso?

Suspiró de cansancio para empezar a ponerse los zapatos y arreglarse un poco. Cuando salió, se encontró con Alicia con una sonrisa encantadora.

-Listo? Donde tienes pensado ir?- preguntó la chica a lo que George solo se le ocurrió la cafetería the attendant donde suele ir las mayorías de las mañanas cuando no puede dormir.

Caminaron hacia allí y el pelirrojo no se podía sentir más incomodo posible, Alicia hacia que se arrepintiera cada segundo de haber aceptado.

Se sentaron en unas de las mesas que habían dentro y pidieron su pedido.

-Y sobre que querías hablar?- preguntó George finalmente mientras jugaba con la carta del menú pues no podía hacer otra cosa que evitar el contacto visual de la chica.

-Ah, si... sobre eso... es importante así que te agradecería que prestaras atención.- le dijo tomándole la mano haciendo que este se sobresaltara.

George iba a contestar cuando alguien los interrumpe colocando la comida entre ellos. George en ese momento miró a Rossie, la señora que siempre le atendía por las mañanas que le guiñó el ojo para irse.

-Primero quiero comer, tengo mucha hambre...- dijo ignorándola y empezando a beber de golpe su cortado.

Ese mismo día, fue de lo más incomodo para Joyce.

Al parecer, los supervisores se enteraron de que había faltado un turno y la citaron para saber que había pasado.

-Señorita Baker, creo que sabe el por que está aquí.- dijo el mismo señor amable que la atendió su primer día, sin embargo no parecía muy contento.

Joyce pasó su mirada a Connor quién pronunció un "no digas nada." haciendo dudar por un momento.

-Bien. que tiene que decir al respecto? No toleramos faltas de disciplina ni impuntualidades.- dijo esta vez una señora mirándola de repaso.- Según las últimas criticas, hemos escuchado muy buenas cosas de usted, no deje que eso cambie.

La chica miró al suelo para tomar aire.
-Lo siento, no volverá a ocurrir, ha sido mi culpa, me equivoqué de horario y...- empezó a decir pero cuando vio la sonrisa de Connor agrandar se empezó a asustar más.

Le tenía mucho miedo.

-Está bien, que sepa que esta es la primera y última advertencia que le damos.- dijo el señor con algo más de compasión.

Joyce salió frustrada de allí, tenía tantas ganas de gritar y de pegarle a Connor que realmente debería calmarse y controlarse.

-Buena chica, así me gusta.- dijo este pasando por su lado.- Nos vemos mañana Baker...- dijo pasando su mano por la cintura para pasar haciendo que Joyce sintiera verdadero terror.

Como su turno ya había acabado y no quería volver a casa de Victoria así decidió ir donde siempre iba a ahogar sus penas.

Cuando entró en Rimsky-Korsakoffee House se sentó donde siempre esperando a ser atendida.

Sin embargo, las palabras de Connor, los gestos y el trauma aún seguía, aún estaba presente y no sabía si sería capaz de aguantar mucho más.

Era una mierda por que ella había soñado con trabajar de sanadora y ahora que por fin lo estaba consiguiendo, ahora que por fin lo estaba logrando dejando a su familia, amigos, a él, a su real destino para ser lo que ella siempre había deseado, se lo estaban quitando.

LLevó sus manos a su cara para que nadie viera las lagrimas incontrolables y pensaran que se estaba haciendo la víctima.

-Buenas tardes, que desea... Joyce?- preguntó la voz de un chico sentándose a su lado.- Que ha pasado? Necesitas algo...

-No, no necesito nada gracias, tomaré lo de siempre.- dijo la chica volviendo a su postura de siempre. No podía hacer el ridículo delante de plenos desconocidos.

Bruno la miró una última vez para anotar el pedido e ir a la cocina a preparar la comida.

-George por el amor de Merlín! Puedes escucharme de una vez!?- le pidió Alicia pues el pelirrojo se había puesto a hablarle de las servilletas rosas y su diseño.

El chico la miró y tragó hondo para afrontar la verdad.
-George, aún me gustas. No lo has notado?- preguntó la chica haciendo que el pelirrojo se quedara sin palabras. No quería hacerle daño, pero como se lo decía.

-Me acuerdo de nuestro tiempo en Hogwarts...- empezó a decir algo nervioso.- Y créeme que me lo pasé genial... digo que éramos chicos, adolescentes y no sabía lo que quería.

-Y ahora sigo queriéndote a ti.- dijo la chica más esperanzada aún pero cuando vio la cara de George volvió a estar seria.- Pero?

-Pero yo no me veo en una relación, no contigo, lo siento.- admitió el pelirrojo ganándose una mala mirada de Alicia que rápidamente recogió sus cosas.

-Bien, lo entiendo.- dijo a punto de llorar.- Nos vemos.- dijo para marcharse enfadada de allí.

George suspiró de alivio antes de mirar a Rossie quién sonreía por la situación.

-Oh chico... en mis tiempos no era tan complicado.- dijo recogiendo los platos y vasos.
-Que?- preguntó George algo confuso.- No era tan complicado?

La anciana sonrió para señalar a una pareja fuera del local discutiendo, después miró que más lejos de esto, un chico se encontraba llorando por una chica enfadada.

George miró de nuevo y se fijó en la otra cafetería donde la misma figura de la chica de cada mañana abrazaba al mismo camarero de siempre.

-El amor... ahora es más complicado, en mis tiempos o te casaban con un hombre cuarentón que no te gustaba o tenías la suerte de encontrar a la persona indicada. Supongo que te espero mañana a la misma hora George?- le dijo con una sonrisa.

El pelirrojo asintió y cuando acabó de pagar decidió acercarse a la otra cafetería. Nunca había ido allí pero esa chica le daba demasiada curiosidad.

Cuando miró más de cerca no se lo podía creer.

La chica no estaba así que no tuvo más remedio que irse.

Por otro lado, Joyce se encontraba en el lavabo, secándose las lagrimas y refrescándose la cara.

-Toma.- le dijo Bruno cuando salió y pasó por el mostrador entregándole un pastelito.. Regalo de la casa por ser una de nuestras mejores clientes y para que no estés mal, enserio si hay algo que pueda hacer...- empezó a decir.

-Gracias, y tranquilo, solo ha sido un mal día.- dijo con una sonrisa para salir de allí y dirigirse hacia lo que aún era su casa. Victoria la estaría esperando.

our last look (George Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora