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Narrador omnisciente:
-Mira pequeña, mira a tus amigos, ninguno te busca y no les importas, acaso pensabas que te encontrarían?- le preguntó la voz de su hermano mientras caminaba hacia ella con un cuchillo en la mano.

-Aléjate de mi. Déjame en paz!- gritaba como podía.

George en ese momento sintió como Joyce estaba intranquila. La chica no paraba de moverse, como si estuviera temblando.

Frunció el ceño para mirara y darse cuenta de que lloraba.
-Joyce? Cariño?- le preguntó mientras la abrazaba como si fuera lo más delicado que tuviera.- Estoy aquí.

Ella parecía estar más tranquila pero en un momento se despertó de golpe asustando a George.
-No!- gritó agarrando las sabanas con fuerza.

-Joyce, Joyce escúchame.- le pidió George abrazándola.- Ha sido una pesadilla, nada de eso es real si? Estoy aquí para protegerte.

Ella lo miró mientras se secaba las lágrimas con un intento de sonrisa.
-Iré a por un vaso de agua.- dijo para levantarse e ir a la cocina.

Había pasado días desde el incidente del secuestro. Victoria había tenido finalmente su juicio y injustamente, la morena salió a los dos días pues podía pagarlo.

Joyce no había dejado de tener pesadillas por la noche todos los días.

Se sentía mal por George pues lo despertaba a él y no era agradable, sentía que era una carga más.

Y aparte de las pesadillas, la chica tenía alucinaciones, pero de las más extrañas. Mientras bebía su vaso de agua, miró por la ventana y vio una sombra, una sombra de una persona.

Rápidamente cerró las cortinas y se dirigió de nuevo a su cama donde el pelirrojo la esperaba.
-Lo siento, te he despertado otra vez.- dijo ella apenada.

Joyce se estiró y suspiró algo frustrada.
-Si prefieres dormir no hace falta que me acompañes, esto es inútil.- dijo cerrando los ojos.

George la abrazó por la cintura y la apegó a él.
-Créeme no hay nada que me guste más que tenerte a mi lado.- le dijo en la oreja.- Y si tienes pesadillas, las superaremos juntos.

Ella asintió y se acomodó en el pecho de este sintiendo sus pulsaciones, lentamente una a una hasta que finalmente acabó durmiéndose.

Por la mañana cuando ambos se despertaron, se vistieron, George para trabajar y Joyce algo casual, pues Connor le había dicho que se tomara algunos días libres y que el lo cubría.

La chica preparaba el desayuno mientras que George acababa de arreglarse cuando sintió como tocaban la puerta de casa. Fue a mirar quien estaba tocando esta pero al abrir la puerta no había nadie.
-Que raro.- dijo para mirar fuera unos segundos y después cerrar.

Se quedó pensando eso durante unos segundos cuando olió un olor a quemado.

Mierda.

Corrió hacia la cocina y se encontró con las tostadas quemadas. Genial.
-Que ha pasado?- preguntó George mientras se abrochaba la camisa.

-Eh, habían tocado puerta pero no había nadie y las tostadas...- empezó a decir cansada a lo que al final suspiró.- Lo siento, no se que me pasa.

George sonrió tiernamente y se acercó a ella para darle un beso en la frente.
-Está bien, me gusta lo quemado.- dijo para tomar una tostada y empezar a untarle mermelada.

Joyce lo miró unos segundos y se preguntó a ella misma, como había conseguido a alguien tan perfecto?

-Había estado pensando en que si quieres... podrías venir conmigo a Sortilegios. Nunca has estado y te vendría bien salir.- dijo el pelirrojo mirándola de reojo.

-Seguro que no temes por que incendie la tienda?- preguntó ella con una sonrisa a lo que George rio.- Bien, te acompañaré.

De camino allí, pasaron por la cafetería de Bruno, saludándolo y comprando algo para comer luego.

Joyce nunca había estado en Sortilegios Weasley así que fue mucha la impresión para ella cuando entró por la puerta y vio centenares de objetos y artilugios creados por ellos.

-Wow, esto es alucinante.- dijo con una sonrisa mientras caminaba hacia dentro.

-Lo es.- le respondió un pelirrojo haciendo que ella se girara.- Buenos días por cierto.
-Fred, buenos días.- dijo abrazándolo.- Esto es... increíble.- dijo felicitándolos.

-Joyce?- preguntó la voz de Angelina bajando del piso de arriba.- Oh, sabía que eras tú!- dijo con una sonrisa mientras también la abrazaba.

-Hey, no sabía que venías mucho por aquí.- le dijo ella con una sonrisa.

La morena miró a Fred quien sonrió divertidamente.
-Bueno... la verdad es que últimamente estoy mucho por aquí, ya sabes, no podíamos dejar solo a Georgie...- empezó a decir.

-Si... realmente tenías que haberlo visto cuando lo besaste por primera vez.- añadió Fred a lo que Joyce se sonrojó.

-Os explicaba todo? Todo?- preguntó algo avergonzada a lo que ellos rieron.
-Bueno... si no me lo explicaba lo descubría yo así que...- dijo Fred restándole importancia.

-De que habláis?- preguntó el nombrado apareciendo detrás de la chica pasando su brazo al rededor de su cintura.

Joyce iba a contestar pero Fred y Angelina se miraron entre sí, ahora nerviosos.

-Tenemos algo que deciros, y es que...- empezó a decir la morena con una sonrisa.
-Estamos comprometidos!- gritó Fred emocionado.- No es increíble?

Joyce y George se miraron entre sí y sonrieron, contentos por los dos.
-Eso es fantástico! Felicidades!- dijo la chica abrazando primero a Angelina y luego a Fred.

-Eso no me lo habías contado.- le dijo George cuando abrazó a su hermano.
-De echo no se lo había contado a nadie. Ni siquiera a mamá.- dijo algo preocupado.

-Suerte con ello.- dijo George riendo.

Joyce quién también reía, miró por la ventana del lugar y le pareció ver a alguien mirándolo fijamente.

Sin embargo esa mirada desapareció en cuanto pasó su vista por encima de la gente que caminaba por fuera de Sortilegios.

-Te encuentras bien?- le preguntó George a lo que ella asintió dándole un beso para tranquilizarlo.

-Te quiero.- le dijo ella a lo que George no podía estar más contento. Simplemente esas palabras hacían que su corazón se sintiera el más puro de todos.

Como Fred y Angelina ya estaban en otra parte de la tienda, no hubo preocupación ninguna de acercarse a ella.

-No sabes lo que provocas en mi cuando dices eso.- dijo el en susurro con una sonrisa mientras le dejaba pequeños besos en el cuello.

-George! Abrimos en un minuto! Aguanta un poco hombre!- le dijo Fred desde la puerta a punto de abrir la tienda.

George y Joyce se separaron algo avergonzados sin embargo cuando la chica quiso pasar primero, el pelirrojo aprovechó la oportunidad de agarrarle y apretarle el trastero haciendo que la chica se sobresaltara.
-Yo también te quiero, princesa.- le dijo finalmente en la oreja para ir junto a su hermano para atender los clientes de ese día.

Oh George, hacías que los días de Joyce sean mejores y mejores.

our last look (George Weasley)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora