Cada uno levantó de la mesa la loza que utilizó y la dejamos en el lavaplatos, como el Erick había preparado la once, a mi me tocava lavar y él fue a limpiar la mesa y barrer los restos de pan que se habían caído.
Terminé de lavar la loza, me sequé las manos y me fui para la pieza.
- ¿Podemos hablar?. - me preguntó el Erick sentándose en la cama.
- Dime. - dije mientras salía al balcón a pegarle unas quemás al cañito que todavía me quedaba.
- ¿Me puedes contar un poco de tu vida?. - se rascó la nuca nervioso. - No es de chismoso, pero igual es importante saber de ti, porque también eres mi amiga.
- Ya. - reí. - Nada. - callé pensativa. - O sea, son muchas cosas. - aspiré del cigarrillo de marihuana. - Y no sé por dónde empezar.
- Desde tu recuerdo más antiguo, puede ser. - se encogió de hombros.
- Mi recuerdo más antiguo es cuando estábamos en año nuevo. - miré el cielo. - Yo tenía como 13 años, o sea, hace casi 10 años atrás. - lo miré. - Y vi a mi familia a las 12 y media de la noche acostados, mientras que mi amiga se divertía con la suya. - inhalé lo último que me quedaba de pito. - Mi familia era demasiado, me retracto, es y será, para siempre, una familia conservadora y machista.
- Cuentame. - apoyó sus manos en la cama y tiró la cabeza para atrás. - Soy todo oídos.
- Y bueno. - prendí un cigarro. - Yo me alejé de ellos hace 5 años.
- ¿Por qué?. - preguntó curioso.
- Porque mi primo abusó sexualmente de mi y ellos me culparon a mi, en vez de culparlo a él. - me encogí de hombros. - No es una situación completamente superada, pero se hace lo que se puede. - reí levemente.
- ¿Y desde los 17, aproximadamente, que vives sola?. - se paró de la cama y se acercó al balcón conmigo.
- Sí. - asentí. - Desde ese momento que no he sabido nada más de ellos.
- ¿Y cómo te haz mantenido todo este tiempo?. - lo miré mal porque no entendía su pregunta y se dió cuenta. - Quiero decir. - se aclaró la garganta. - Eras super chica y de un día para otro tuviste que salir de tu casa, ¿o no?.
- Exacto. - miré la calle y como pasaban los autos, autos que llevaban personas y esas personas quizás con que problemas estarán cargando y yo aquí, elevando la vola'.- Tenía unos ahorros y la familia de mi mejor amiga me acogió hasta que pude conseguir un trabajo y de ahí arrendar piezas, que más que piezas eran ratoneras. - reí levemente. - Pero no tenía para más. - tocí un poco por la picazón que sentía en mi garganta. - Imaginate, que debo millones por el CAE y eso que aún no he terminado de estudiar. - bufé. - Tengo la carrera congelada hasta ponerme al día con el CAE, por eso vendo contenido.
- ¿Y cuánto te queda pagar?. - me miró preocupado.
- Bastante plata. - rodé los ojos. - Ni yo sé cuánto es exacto, solo sé que tengo que pagar.
- Brijido. - movió su cabeza levemente.
- La pura realidad, duquesito. - le di un beso en la mejilla y boté el cigarro en un cenicero artesanal que armé.
- ¡Te gusta provocarme y después arrancar!. - gritó desde el balcón.
- ¡Mira como tiemblo!. - grité desde el baño mientras me lavaba los dientes.
El Erick se acercó por detrás mío y mientras yo botaba la pasta de dientes en el lavamanos, él aprovechó para tomar un poco de mi cabello y jalarlo, haciendome quedar como si estuviesemos en una pose sexual.
- Dejáme sacar una foto. - le dije riendo. - Para las risas.
- Sacala. - me dijo poniendo cara de malo.
Tomé el celular, puse la cámara y apunté al espejo. En menos de 1 segundo, la foto ya estaba lista.
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- Quedó bonita. - me acerqué a él para que la viera.
- Tremenda foto. - rió. - No la subai' a ningún lado. - me miró serio.
- Obvio. - lo miré mal por la poca confianza que tenía en mí.
- Gracias. - me abrazó. - Vamos a dormir que mañana debemos levantarnos super temprano.
- ¿Cómo a qué hora tenemos que levantarnos?. - no tenía idea de cómo funcionaba el aeropuerto de Santiago, pero supongo que al ser un aeropuerto internacional, estaba organizado de otra manera.
- Tenemos que estar saliendo como 3 horas antes. - abrí los ojos como platos. - Primero porque el aeropuerto queda en otra comuna y segundo, porque como es tu primera vez en este aeropuerto, es necesario tener tiempo para encontrar la puerta de embarque.
- Sí. - reí el suelo recordando cuanto me costó encontrar la puerta de embarque en el aeropuerto de Antofagasta, siendo que tampoco es tan grande.
- ¿De qué te ríes?. - me miró confundido.
- Es que en el aeropuerto de allá. - hice una seña con la mano apuntando el espejo. - Me costó caleta encontrar la puerta de embarque. Fue como si de repente todo estuviese en chino.
- Ya. - rió él. - Si el aeropuerto de allá tampoco es tan grande. Ni te imaginai' los aeropuertos de otros paises.
- Algún día voy a conocer esos otros aeropuertos de los que hablas. - lo miré fijamente mientras sonreí y le estiré mi dedo meñique para hacer una promesa. - Te prometo, Erick... - lo miré esperando que dijiese su nombre, pues yo no me lo sabía completo.
- Antonio Pulgar Farfán. - rió.
- Te prometo, Erick Antonio Pulgar, que de aquí a 6 meses más, yo, Alondra Esperanza García Martinez, voy a conocer los primeros tres aeropuertos más grandes de Europa.
- ¿Y si no lo cumples?. - estiró su dedo meñique.
- Me funas. - lo miré desafiante.
- Entonces, le entro. - rió.
- ¿Promesa?. - elevé levemente mi brazo.
- Promesa. - enroscó su meñique con el mío. - Si no lo cumples, te funo.
- No seria la primera funa que me hacen, en todo caso. - reí recordando lo que me pasó en mis primeros días de trabajadora sexual virtual.
- ¿Qué?. - me miró confundido. - No me haz contado eso.
- Tampoco es una historia tan larga. - me encogí de hombros y guarde mi cepillo en su estuche.
- Cuentame. - comencé a caminar hasta la cama.
- Vieja chismosa. - lo miré entrecerrando los ojos y guardando mi cepillo en mi mochila. - Acomodate y te cuento.
