Only Fans {Erick Pulgar}

Capitulo 117.

Alondra's POV.

Delfina, la mejor amiga del Tucu y novia del José, fue muy simpatica y amable a la hora de ayudarme a elegir algo para usar esa noche porque si bien yo ya tenía mi estilo demarcado, me daba miedo sobre pasar los límites de la moral y buenas costumbres del país.

Claro, eso solo me pasaba en Italia porque no importaba que me denegesen la entrada a Chile pues la idea es escapar, no regresar.

Me miré una última vez al espejo; sacudí un poco mi vestido, acomodé mi cabello y revisé mi maquillaje y cuando me di el visto bueno, salí de la habitación con dirección a la habitación del Joaquin, donde toqué la puerta tres veces y como no me contestó decidí entrar, encontrándomelo acostado mirando el techo.

- ¿Qué haces, baboso?. - me recosté a su lado.

- Veo la vida pasar. - respondió filosoficamente.

- Pero estás mirando el techo. - lo miré confundida. - ¿Qué te fumaste y por qué no me diste?.

- No, pelotuda. - me miró feo. - Arruinaste el momento.

- Nunca me dijiste que existía un "momento". - hice las comillas con mis dedos.

- Es lógico que estaba en el "momento". - imitó mi acción después de sentarse.

- ¿Cómo iba a saber yo que tus "momentos" son así, putito?. - repliqué.

- ¿Cómo me dijiste?. - se acercó hacia mi de manera desafiante.

- Putito. - respondí con la frente en alto. - Pu, ti, to. - repetí la palabra pero en sílabas.

- Repetí. - se paró frente a mi. 

- Pu. - dio un paso más. - Ti. - elevó una ceja. - To.

Rápidamente, pasó uno de sus brazos por mi cintura y, con mucha fuerza, me tomó haciendo que mi abdomen quedaran sobre su hombro y mi cara justo en su espalda.

- Sueltame. - dije entre carcajadas.

- No. - sentí que su cuerpo se comenzaba a mover.

- Te lo ruego. - me removí inquieta y él me apretaba aún más.

- Pedíme disculpas. - gracias a que tenía mi pelo amarrado, alcancé a ver que él iba bajando por la escalera.

- No, putito. - podía haberle pedido perdón ahí mismo pero mi cerebro respondía con la intensión de que el momento no se detuviera.

- Ah bueno. - aumentó la velocidad de su caminar. - No llorés. - deslizó la puerta que daba al patio.

- Las bichotas no lloramos. - respondí como pude porque ya no podía controlar el ataque de risa que estaba teniendo.

Apenas cruzamos la puerta, sentí una brisa helada en mis piernas desnudas y supe, enseguida, que él también la sintió pues todo su cuerpo se tensó.

- ¿No que muy muy?. - me burlé pues después de que él dio el primer paso, no siguió avanzando.

- Mirá que yo soy considerado y te voy a dejar ir esta vez. - se agachó lentamente hasta que mis pies tocaron el suelo.

- Gracias, tuqui. - me paré de puntillas y le dí un beso en la mejilla.

- De nada. - dijo despreocupado lo que me hizo sospechar de sus intensiones.

Nos quedamos unos cuantos minutos parados en su patio mirando las pocas estrellas que se veían en el cielo, como también la noche estaba con una brisa helada, me acerqué al Joaquin acomodándome a su lado y tomandolo del gancho, en necesidad de calor humano.