Capítulo 11: El secuestro

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David y Mary Margaret llevaban encerrados en la oficina más de una hora, y lo peor de todo era que el Hada Azul estaba con ellos. Lo que sea que estuvieran planeando no podía ser nada bueno.

—¿Alguna vez vamos a ir al Bosque Encantado? —La pregunta de Henry desvió mi atención de lo que podía estar sucediendo en esa oficina.

—No —Regina lo dijo con tanta seguridad, obviamente entendí que era algo definitivo.

—Pero es nuestro mundo — Insistió Henry.

—Ese no es nuestro mundo.

—Pero pertenecemos allá.

—Nuestro hogar está aquí. Tú naciste aquí.

—Toda mi familia nació allá. Necesito conocer el lugar que fue mi hogar.

—Ese lugar nunca ha sido tu hogar. Afortunadamente nunca tendremos que ir.

—Pero incluso Emma fue, no es justo. Quiero ir.

—Basta de peros. No conoces ese lugar, no tienes ni la más mínima idea de lo horrible que es, y mientras yo viva jamás te dejaré ir.

—Eso es tan injusto —se quejó haciendo un puchero—. Ma dile algo.

—¿Yo?

No iba a decir absolutamente nada. Fue lindo verlos discutir tan intensamente pero no iba a sacrificar mi existencia solo para darle la razón a uno de ellos. Sé que los dos son igual de peligrosos.

—Emma jamás sobreviviría en el Bosque Encantado. —Dijo Regina con una sonrisa confiada.

—Estuve allí, sobreviví —dije y Henry sonrió—. Y no vamos a ir a ese lugar ni a ningún otro que no aparezca en un mapa real o no tenga electricidad.

—Solo te pones de su lado porque es tu novia ahora.

—¡Henry! Emma y yo... ella no es... entre nosotras no hay nada —era un sueño hecho realidad verla enredarse y no saber qué decir—. ¿No es así, Emma?

—Lo que tú digas bebé.

Henry rió a carcajadas. Me gané un puntapié, pero valió la pena, ver su rostro tan rojo, al igual que las manzanas que tanto le gustan, me encantaba.

—Emma. Necesitamos hablar. —Mi diversión se acabó. Mary Margaret empezaba a comportarse como una madre insoportable.

—Habla.

—Aquí no.

—Lo que sea que tengas que decir, dilo aquí, voy a contarles de todos modos.

Henry se sentó más cerca de Regina, y ella tomó su mano en un intento por tranquilizarlo.

—He hecho todo lo que está a mi alcance para resolver esta situación y he conseguido un acuerdo que puede beneficiar a todos.

David y el Hada Azul seguían en la oficina ¿qué podían seguir hablando?

—Las cuentas bancarias de Regina serán congeladas y no podrá seguir viviendo en la casa...

—¡Disculpa! Nadie va a quitarme mi casa y mi dinero.

—Esto te favorece, no tienes opción a rechazarlo, podría ser peor.

—Pero es nuestra casa, ¿dónde vamos a vivir? —preguntó Henry muy preocupado.

Me equivoqué al dejar a Henry participar en esta discusión, no debía estar preocupándose por estas cosas.

—Nadie va a sacarnos de nuestra casa cariño. —Lo calmó Regina.

Not in a sexual wayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora