Regina era una madre increíble, si antes lo pensaba, verla con nuestra pequeña había desbloqueado un nuevo nivel de mi admiración hacia ella, y me sentía más enamorada que nunca. Las dos primeras semanas desde que volvimos a casa se pasaron en un abrir y cerrar de ojos, aunque la mayor parte de ese tiempo nos la pasamos en vela, nada me había preparado para ocuparme de un bebé recién nacido.
Entre mis múltiples ocupaciones, además de tener que cuidar a mi hija me tocó aguantar a mi madre y su insistencia para que sus derechos de abuela sean reconocidos, la estaban matando los celos porque Sarah vivía con nosotros y ella no, lo cual durante esas dos semanas significaron que no podía ir a visitarnos, eran las reglas de Regina, y tradiciones que mi madre respetaba.
Tuvimos un almuerzo tranquilo en casa, donde Regina me hizo compartir con todos que nuestra pequeña princesa se llamaba Charlotte, vestida con un trajecito blanco envuelta en guantes y un gorrito, con sus ojitos bien abiertos como si supiera que era parte de una tradición importante. Con Henry estuvimos a punto de poner de fondo la canción del Rey León, pero los dos sabíamos que tendríamos muchos problemas si nos metíamos con esa tradición, así que fuimos cobardes y seguimos con el plan, una parte de mí estaba igual de emocionada porque me pareció un gesto lindo que nos tomáramos el tiempo de recibir familia y amigos para que conozcan a nuestra hija, lastimosamente nosotros habíamos dejado todos nuestros amigos atrás y no habíamos tenido tiempo de conocer nuevas personas, y no por eso nuestra pequeña ceremonia tuvo menos significado.
Mis padres no dejaron de llenarla de mimos y regalos, les estaba yendo muy bien en sus respectivos trabajos y no tenían a nadie más para gastar; estaban encantados realmente, y nos llenaba de alegría saber que nuestros hijos eran amados, nada más tendría que importar, con o sin discusiones habíamos conseguido lo que habíamos anhelado toda la vida: tener una familia llena de amor.
Mis padres se quedaron hasta después de la cena, David se encargó de preparar una pizza casera con Henry, mi madre me ayudó a bañar a mi hija y prepararla para dormir, las dos reímos un poco por lo torpes que demostramos ser, nerviosas y emocionadas por hacer todo solas, porque las dos habíamos sido madres sin tener la oportunidad de serlo realmente.
—Es tan bonita y tranquila —dijo mi madre.
—No la has visto cuando tiene hambre, en un rato vas a ver el buen par de pulmones que tiene.
—No puedo esperar a que sea más grande y pueda ir a casa a hacer pijamadas, llevarla de compras, recogerla de la escuela e ir por un helado. ¿Si nos van a dejar?
—Claro que sí. Queremos que sean parte de nuestras vidas, solo no queremos que se la pasen tramando cosas raras.
—Lo sé. Nos portaremos bien, en especial yo.
La vestimos con un monito blanco con rosas bordadas y volvimos a la sala a acompañar al resto. Fue el turno de David de sostenerla en brazos el resto de su visita. Cuando los llantos comenzaron no tuvimos que decirles que la reunión había llegado a su fin, se despidieron prometiendo volver pronto y ofreciendo su ayuda siempre que los necesitemos.
Justo cuando creímos que habíamos encontrado una gran dinámica y yo me alistaba para volver sin ganas a la rutina del trabajo, Sarah nos dijo que estaría fuera un tiempo, que debía ir a Arendelle, que había esperado que nosotras pudiéramos organizarnos y en un par de semanas partiría, al parecer era algo que había planeado desde nuestro viaje al bosque encantado.
Los nervios me invadieron, creí incluso que tendría que trabajar un poco desde casa para ayudar a Regina porque no imaginaba cómo podríamos hacer para cuidar de dos niños nosotras solas, estaba trepando por las paredes internamente y disimulando delante de Regina, porque ella a diferencia de mí parecía no tener ninguna perturbación, se movía como entre nubes ocupándose de todo y disfrutando de tener la oportunidad de amamantar a nuestra pequeña, algo que no envidiaba en lo más mínimo.
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Not in a sexual way
Любовные романыUn simple coqueteo que no debe significar más que un juego inocente en el que Emma parece siempre perder y en el que Regina estará dispuesta a aprender. Leer bajo su propio riesgo. #Swanqueen