Capítulo 37: Seguir adelante

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—Despierta... —escuché un suave susurro—. Despierta.

Sus labios cálidos se posaron sobre mi mejilla y sonreí ante la dulce sensación, la apreté entre mis brazos y busqué uno de mis lugares favoritos para plasmar besos en su piel.

—Siempre hueles delicioso —dije besando su cuello.

—Es hora de despertar. Preparé un desayuno especial de recién casadas.

—Seguro que lo hiciste —volví a besar su cuello—. Tengo ganas de tomarte a ti como mi desayuno.

—No. Lo digo en serio —dijo apartándose de mí—. No creo que pueda hacer el amor ni hoy ni mañana.

—Pero estamos recién casadas. Es la regla.

—Tendrás que esperar.

—Puedo besarte muy suavecito, eso cura cualquier malestar, y mi periodo está por llegar. Odias hacer el amor cuando tenemos nuestro periodo.

—Tenemos todo el tiempo del mundo —me rendí con uno solo de sus besos y quizá también porque mi estómago estaba necesitado de todo el alimento que pudiera conseguir.

Prácticamente devoré todo lo que ella preparó para mí.

—Voy a engordar si me sigues alimentando así —dije con la boca llena.

—¿No es parte de estar casadas?

—¿Engordarme? ¿Me querrías con unas libras de más?

—¿Cuántas exactamente?

—Regina Swan-Mills serás mi esposa por siempre, más te vale quererme con muchas libras de más.

Puse la bandeja a un lado y me dejé caer con ella en la cama, riendo como si no tuviésemos ninguna preocupación en el mundo.

—¿Vas a seguir diciendo mi nombre así por siempre?

—Definitivamente.

—Está bien —lo dijo demasiado rápido y feliz, como si hubiese estado esperando esa misma respuesta.

Tomé su rostro en mis manos y la miré a los ojos.

—Me traes loca ¿sabías?

—Creí que siempre lo habías estado.

—Estoy segura que nadie ama tanto a una persona como yo te amo a ti.

—Yo te amo así —dijo casi en un susurro contra mis labios.

No pudimos evitar hacer el amor una vez más, una sola mirada suya bastaba para acelerar mi corazón y ni siquiera me importaba terminar con una afección cardiaca a causa de eso. Tenía ganas de ser una de esas personas con un montón de amigos para poder decirles a todos que la mujer más increíble del mundo acababa de convertirse en mi esposa.

Estaba segura que Sarah fue la responsable de permitirnos una mañana entera de privacidad. No tenía idea de cómo logró mantener alejados a Henry y mis padres, pero me sentí muy agradecida. Ni siquiera me importó tener un almuerzo silencioso, mis padres parecían haberse mordido la lengua para no decir nada y Henry intentó comportarse lo mejor que pudo para convencer a Regina de inscribirlo en una escuela rara donde la política era no enviar tareas a los niños, lo cual por supuesto no funcionó.

—Lo siento, chico —le dije a Henry mientras Regina agendaba por teléfono una cita con tres de las mejores escuelas de la ciudad.

—Te casaste con ella, ¿por qué no puedes convencerla de dejarme elegir mi propia escuela?

—No es así como funciona el matrimonio.

—¿Vas a dejarla tomar todas las decisiones?

—Cuando seas grande vas a entender que hay decisiones mucho más importantes por las cuales luchar, ella puede quedarse con el resto, y en esto las dos estamos de acuerdo; tienes que ir a una buena escuela.

Not in a sexual wayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora