Capítulo 45: Tinker Bell Parte 2

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TINKER BELL

Mis ojos estaban abiertos desde antes que el sol saliera, aunque realmente el día se iluminó demasiado tarde. Una espesa capa de nieve cubría todo, el lago que quedaba cerca en la parte de atrás estaba absolutamente congelado, Henry había mencionado algo sobre patinar en él pero Emma lo había descartado por cuestiones de seguridad.

Permanecí en mi habitación y observé por la ventana cuando Emma despidió al niño y luego se fue en su auto a trabajar. Solo entonces salí, recorrí los pasillos, conté las ventanas y averigüé a dónde llevaba cada puerta, era una casa grande y bonita, aunque no comprendía por qué Regina no querría tener su propia casa. Aproveché el café caliente y me serví una taza; el silencio era embriagador, por un momento simplemente lo disfruté, ni siquiera quise perturbarlo con mis pensamientos.

—No es el Bosque Encantado pero podría disfrutarlo —dije en voz alta y bebí el último sorbo de mi taza de café.

Subí las escaleras, caminé por el pasillo y abrí la misma puerta de la noche anterior. Regina dormía profundamente, gruesas cobijas de color crema la cubrían casi por completo y su cabello largo se esparcía por las almohadas. Su respiración hacía que su pequeña barriga redonda fuera aún más evidente. Entré despacio y sin hacer ruido me senté en el borde de la cama junto a ella.

—No luces como una Reina Malvada, quizá como una Reina, eso debo aceptarlo —susurré para que no me oyera.

Sonreí y puse mi mano sobre su vientre. Sus ojos se abrieron, lucía adormilada y un poco sorprendida.

—Al fin te despiertas. Quería prepararte algo de desayunar pero no recuerdo muy bien cómo usar todas esas cosas en la cocina.

—Está bien. Emma debe haber preparado algo.

Se incorporó un poco, acomodó las almohadas detrás de su espalda y yo la ayudé acomodando la cobija sobre sus piernas.

—Te ves reluciente. ¿No has sentido molestias durante el embarazo?

—Un poco de náuseas. Duermo más de lo habitual. Emma dijo que nos viste anoche.

—Directo al punto —sonreí ampliamente—. Quería una manta extra. —Le di una palmadita suave en la pierna quitándole importancia al asunto—. Lo cierto es que no tenía idea que tú y Emma... ¿crees que es prudente en tu estado?

—¿Hacer el amor?

—Estás embarazada y...

—La doctora dijo que estaba bien si lo hacíamos.

—Pero estoy segura que la doctora no sabe cómo fue concebido este bebé. No creo que deberías correr riesgos.

—Estamos bien.

—Lo sé —reí—, nunca antes he tenido este tipo de responsabilidad, soy tu hada, es mi deber protegerte a ti y a tu familia.

—En este mundo no es necesario nada de eso. Estamos bien, tenemos una vida normal.

—Por supuesto, pero para mí es una obligación ser tu hada, y por lo que vi anoche quizá deba protegerte más de lo que creí.

—¿Protegerme de qué?

—Emma parecía estar a cargo y tomar ventaja sobre ti.

—Hacíamos el amor. La próxima vez toca la puerta.

—Tu madre estaría horrorizada.

Reí y ella rio conmigo.

—Necesito ir al baño.

—Claro —me hice a un lado para que ella pudiera levantarse.

—No voy a extrañar ir al baño cada cinco minutos cuando deje de estar embarazada.

Not in a sexual wayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora