MARY MARGARET
Érase una vez yo el tipo de mujer que vestía de blanco y brillaba entre la multitud, de esas que parecen caminar entre nubes sin que nada les afecte. Pasé mis dedos por mi corta cabellera pensando en lo mucho que había cambiado, y yo no era la única, para muestra Regina, siempre luciendo físicamente impecable incluso cuando su vida era un completo desastre, pero ahora todo en ella era perfecto, absolutamente perfecto.
Cuando su agua se rompió todos nos paralizamos por un par de segundos y entonces comenzamos a movernos con nerviosismo, David se encargó de alistar los autos, Emma corrió por la maleta y la pañalera que habían preparado previamente, y a mí me tocó ayudar a Regina a llegar hasta su habitación para que pudiera cambiarse, aunque ella insistiera en no necesitar mi ayuda.
Parecía tranquila, un poco nerviosa, pero tranquila en general, y yo no podía dejar de mirarla, la forma en que sus manos se apretaban en puños por lo que parecía ser una contracción, respirando pausadamente y como si lo hubiese ensayado. Yo no tuve esa oportunidad, no pude preparar nada porque, aunque tuve una habitación lista para Emma, mi corazón sabía que no tenía probabilidades de ver crecer a mi hija.
No era justo. Todos podían decir que yo era la mala del cuento, que había perdido la cabeza y que debía perdonarla, pero nadie que no haya estado en mi posición podía juzgarme. Podría aceptar que Regina siguiera con su vida y lograra ser feliz, el problema es que no quería tener un recordatorio constante de su felicidad, porque nosotros habíamos perdido una vida entera, la vida de nuestra hija, nada nos lo iba a devolver.
Emma llevó a Regina en su auto y con David las seguimos en el nuestro.
—Parece estar bien —dijo David rompiendo el silencio incómodo.
—Nada de esto está bien.
—Nieve.
—Somos tú y yo en este momento David, cuando lleguemos a la clínica apoyaremos a Emma, pero en este momento necesito que seas sincero o te juro que voy a volverme loca.
—Estoy feliz por Emma.
—Al igual que yo... pero Regina... nuestra hija debió llegar al mundo rodeada de felicidad en lugar del horror que vivimos.
—Lo sé. Y sé lo que estás sintiendo... la sostuve en mis brazos y tuve que enviarla lejos de nosotros por temor a que ella la mate.
—Y ahora tendrá todo lo que nunca tuvimos.
David dio un suspiro apesadumbrado y sostuvo mi mano un instante.
—Hacemos esto por Emma, porque es la única manera de ser parte de su vida, incluso por Henry porque es nuestro nieto.
—Voy a amar a esa niña porque es parte de Emma —me limpié las lágrimas que resbalaron por mis mejillas—, hacemos esto también para ser parte de la vida de esa niña.
—Claro que sí, es nuestra nieta, vamos a amarla sin condiciones.
—Pero a Regina no la querré nunca, no importa el tiempo que pase, puedo perdonarle muchas cosas, pero haberme arrebatado la vida de mi hija no se lo perdonaré jamás.
—Lo sé, amor. Lo sé mejor que nadie.
Besó mi mano y me sentí mejor al saber que mis sentimientos eran compartidos, me hacía pensar que no era tan mala persona. No pude evitar preguntarme si Regina se sentía de la misma forma, nuestro odio había llegado a un punto mutuo, solo esperaba que al igual que David y yo, su amor fuese suficiente para que Emma nunca tenga que sufrir por causa de ella.
—Escríbele a Sarah para que recoja a Henry —dijo David.
Sarah tampoco era de mi agrado, no la odiaba, simplemente no me caía bien, parte de eso era debido a mis celos, su cercanía con Emma no me agradaba, si ella estuviese lejos las cosas serían más fáciles, ocupaba un lugar que era mío, hasta Henry parecía estar acercándose demasiado a esa mujer.
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Not in a sexual way
Roman d'amourUn simple coqueteo que no debe significar más que un juego inocente en el que Emma parece siempre perder y en el que Regina estará dispuesta a aprender. Leer bajo su propio riesgo. #Swanqueen