Volvimos a casa mucho más tarde de lo que habíamos planeado. Hicimos un montón de paradas en el camino, simplemente para comer algo u observar algún paisaje que nos parecía apropiado para tomarnos una foto, no teníamos ningún afán; nos desviamos para comprar los regalos prometidos a Henry, y cuando nos dimos cuenta terminamos llegando cerca de las diez de la noche.
Regina cayó rendida, parecía ser que dormir más de lo acostumbrado era el único signo visible que había decidido presentarse en su embarazo. Solo ella podía ser tan afortunada. La doctora nos había dicho que era normal y que había algunas mujeres que presentaban malestares solo en el segundo o tercer trimestre del embarazo.
A la mañana siguiente me quedé con ella en cama contemplándola. Era una bonita forma de despertar con ella a mi lado. Su cabello alborotado, sus mejillas rosadas y sus labios perfectos. Me encantaba besar esos labios. Me envolví alrededor de ella, abrazándola, sobando su vientre y disfrutando de su maravilloso olor. No creo que nadie en el mundo huela mejor que ella, o que alguien tenga una piel más suave.
Despertó con una sonrisa en los labios, quizá porque yo fui demasiado insistente alrededor de ella dejando besitos en su rostro.
—Hola —dijo un poco adormilada.
—Hola preciosa.
—¿Es muy tarde?
—No. Puedes seguir durmiendo si quieres.
—Hace mucho frío.
—¿Quieres otra cobija?
—No.
Se acomodó en mis brazos, colocó su cabeza en mi hombro y una de sus piernas entre las mías. Acaricié su espalda por debajo de su pijama, su piel era cálida a diferencia de la punta de su nariz que estaba helada.
—Voy a extrañar que estemos a solas.
—¿Podemos seguir de luna de miel? —preguntó.
—Siempre.
Sus labios besaron mi cuello y sus manos levantaron mi camiseta, su cabeza se perdió debajo de las cobijas y su boca se prendió de uno de mis pezones, sus labios fríos me erizaron la piel. Me mordí el labio y disfruté de sus manos inquietas abriéndose paso entre mis piernas. No tenía idea si su deseo era parte de continuar con nuestra luna de miel o sus hormonas se habían alborotado lo suficiente como para mantenerla en un constante estado de excitación, pero no iba a quejarme.
Le quité el pijama, me perdí debajo de las cobijas junto con ella e invertí nuestras posiciones para disfrutar del mejor desayuno que podía tener cada mañana.
XXXSQXXX
Fue un poco extraño entrar a mi oficina por primera vez. Regina no me había permitido ver mucho del progreso, quería que fuese una sorpresa, y lo fue. Sonreí cuando me explicó que había pasado una semana completa eligiendo la silla ortopédica para la oficina. Prácticamente todo lo había comprado de manera online puesto que no le gustaba salir mucho de casa, en especial sola.
Me sentí muy nerviosa el primer día, aunque traté de no demostrarlo. No pude dejar de pensar cómo iba a hacer para conseguir suficientes clientes que me permitieran recuperar todo el dinero que Regina había invertido, debí haber sido más firme con respecto a los gastos.
—No hagas nada para arruinar las flores.
—¿Cómo voy a arruinarlas?
—Solo no lo hagas.
—Esto parece más una oficina de un abogado o un médico millonario de celebridades. Deberías haber visto donde solía trabajar, el mayor lujo era tener un escritorio, un sofá viejo y un computador que casi podía ser un gran pisa papeles, aunque el minibar siempre estaba lleno.
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Not in a sexual way
RomanceUn simple coqueteo que no debe significar más que un juego inocente en el que Emma parece siempre perder y en el que Regina estará dispuesta a aprender. Leer bajo su propio riesgo. #Swanqueen