Capítulo 35: El anillo Parte 2

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REGINA

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Emma apareciendo en mi cocina para molestarme.

—Preparando una ensalada.

—¿Y eso de ahí qué es?

—Té de manzanilla —contesté.

Torcí los ojos al verla oler mi taza de té para cerciorarse que efectivamente le estaba diciendo la verdad, intentó robar el jamón que estaba cortando en pequeños trozos pero li de una palmada en la mano y lo evité.

—Deja de molestarme y ve a hacer algo productivo.

—Sigo pensando que me estás ocultando algo.

—Eres una muy mala investigadora.

—¿Eso significa que realmente me estás ocultando algo?

—¡No! ¡Sal de la cocina!

Emma iba a volverme loca, era como si haberle pedido matrimonio la hubiese hecho perder un tornillo, en lugar de enfocar su atención y llevarme a una cita perfecta se la pasaba husmeando cada cosa que yo hacía, como si yo estuviese ocultando algo, lo cual en teoría no era cierto.

Le pedí ayuda a Henry con la comida, no porque realmente necesitara tenerlo en la cocina comiéndose todos los ingredientes, pero evidentemente tenía que hacer algo para mover las cosas en la dirección correcta.

—¿Quieres que evite que ma te lleve en una cita horrible?

—Eso no fue lo dije.

—Pero crees que ma no puede planear una cita que te guste.

—Estás confundiendo las cosas.

—No puedes engañarme, mamá. Voy a ayudarte pero no puede haber mentiras entre nosotros.

—¿Cuándo te volviste un niño tan difícil?

—No lo soy —dijo cruzándose de brazos y frunciendo el ceño en una forma completamente adorable.

—Ahora que recuerdo, siempre fuiste un niño muy difícil —sujeté sus mejillas suavemente y besé la punta de su nariz.

—Mamá —protestó—. Soy grande.

—Está bien, solo has lo que te pedí, nada de sitios horribles o que incluya bandas de rock.

—No sé qué harían ustedes dos sin mí —dijo saliendo de la cocina. Él estaba convirtiéndose en un pequeño insufrible, difícilmente algo heredado de mí.

La hora de la comida definitivamente no era el mejor momento del día, aunque los padres de Emma se limitaban a comer en silencio con una gran sonrisa falsa plasmada en su rostro, no podía esperar a verlos marcharse de nuestras vidas, iba a tener que darles verdaderos motivos para alejarse de nosotros.

—Podemos encargarnos de los platos —dijo el idiota de David.

—Eso no será necesario —contesté rápidamente con una sonrisa igual de fingida que la de ellos.

—Yo me haré cargo —Sarah comenzó a retirar los platos y la ayudé a llevarlos a la cocina.

—Estuvo delicioso, bebé —Emma besó mi mejilla y me sostuvo en sus brazos un momento—. La próxima vez puedo encargarme de la comida.

—No vamos a comer hamburguesas.

—Voy a convertirme en un conejo si seguimos comiendo tantas verduras, me va a hacer daño.

—Necesitamos estar saludables.

—Lo estamos.

—Lo sabremos mañana cuando vayamos al médico. Henry tiene cita con el pediatra a las ocho de la mañana, y la nuestra es a las nueve. No podemos comer nada porque nos harán exámenes de sangre.

Not in a sexual wayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora