Capítulo 32

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Mientras Harry caminaba, algunos abucheos se hicieron presentes. Athena, se escabulló entre la gente, pasando por detrás de la mesa de los profesores, con mucho sigilo.

Pero tan pronto iba a cruzar la puerta de la habitación de a un lado, sintió un tirón de su muñeca.

− ¿A dónde crees que vas, Black? –siseó Snape. Athena frunció el ceño.

−Voy con Harry –aclaró Athena. Snape le lanzó una mirada suspicaz.

− ¿Tienes algo que ver con esto? –preguntó con un gruñido.

− ¿Qué? –preguntó Athena.

−No me sorprendería, tú y Potter no saben cómo dejar de llamar la atención –replicó Snape−. Ahora, vete a tu sala común.

Athena se soltó de su agarre y viendo que Snape no le daría pasó hacia la sala. Soltó un suspiro y se escabulló entre la gente con cuidado para dirigirse hacia su sala común.

Snape la miró irse y una vez que se aseguró que estaba fuera del Gran Comedor, se dirigió hasta la sala que se encontraba a lado del Comedor.

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Al día siguiente, el ánimo de las demás casas no mejoró. Incluso los Gryffindor estaban más que enojados.

Athena se dirigía hacia al Gran Comedor, al entrar vio a Harry sentado con Hermione y estaban alejados del resto.

− ¿Por qué tan misteriosos? –preguntó Athena tratando de romper un poco la tensión.

− ¿No estás enojada? –preguntó Harry sin mirarla. Athena tomó asiento a un lado de él.

− ¿Debería? –cuestionó Athena−. Después de ver tu reacción de ayer, cualquiera que crea que tuviste algo que ver, es un idiota. Te lo aseguro.

−Díselo a Ron –replicó Harry seriamente.

−Ron ya es un idiota, pero bueno –dijo Athena bromeando, pero vio que Harry no sonrió−. Oh, hablabas en serio.

−Está enojado con Harry –aclaró Hermione. Athena soltó un suspiro y roló los ojos.

−Puedo apostar –dijo Athena, mirando hacia el otro lado de la mesa, donde se encontraba Ron. Desayunando con Seamus−. Ya regreso.

Athena se levantó de su lugar y se encaminó hacia Ron.

− ¿Por qué tan enojado, Weasley? –inquirió Athena, sentándose frente a él y Seamus.

−No es de tu interés, Black –respondió Seamus.

− ¡Uy! –exclamó Athena−. No creo que a tu madre le guste ese tono, Finnigan. Y le pregunté a Ron.

− ¿No estás enojada? –preguntó Ron incrédulo.

− ¿Por qué? –preguntó Athena.

−Ni siquiera nos dijo que pondría su nombre –dijo Ron con claro enojo.

−Ronald, es claro que Harry no lo hizo−replicó Athena frunciendo el ceño.

−Si tú lo dices –dijo Ron refunfuñando−. Vamos, Seamus.

Ron se levantó dejando a Athena con la palabra en la boca. Athena suspiró y roló los ojos. Se levantó y se dirigió hacia Harry y Hermione.

− ¿Qué pasó? –preguntó Hermione preocupada.

−No se preocupen, ya se le pasará –dijo Athena encogiéndose de hombros.

Al terminar el desayuno, se dirigieron hacia sus respectivas clases. Ignorando las miradas del resto de los alumnos.

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