Capítulo 20

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Los cuatro se bajaron del Hipogrifo. Athena sonreía radiantemente, habían rescatado a su padre y a Buckbeak.

−Estoy eternamente agradecido con ustedes –dijo Sirius, mientras acechaba que nadie venga.

−Quiero ir contigo –dijo Harry.

−Ahora no, es peligroso –respondió Sirius preocupado.

−Papá, eres inocente –dijo Athena.

−Lo sé, pero ahora es muy impredecible mi vida, es mejor que te quedes aquí, a salvo –dijo Sirius mirándola con tristeza. Athena asintió lentamente. Se alejó un poco, ya que Harry quería hablar con Sirius.

Se quedó apoyada en la pared y miró hacia el cielo, un oscuro azul, tan tranquilizante y las estrellas lo iluminaban. Harry se levantó de donde estaba sentado, dejando que Athena se sentara frente a Sirius, este se encontraba hincado.

−No fue justo que pasara más tiempo con mis amigos que contigo –dijo Sirius con tristeza y culpa−. Te prometo, que cuando todo se aclare, podremos pasar más tiempo juntos.

−No fue tu culpa, papá, no te preocupes, ya habrá tiempo –dijo Athena con una media sonrisa.

−Recuerda, siempre estaré aquí –dijo Sirius colocando una mano en el corazón de su hija−. Las personas que amamos, jamás nos abandonan. Se encuentran aquí.

Athena colocó una mano sobre la de su papá y asintió.

−Eres una gran hechicera, Athena –dijo Sirius poniéndose de pie−. Estoy orgulloso de ti y estoy seguro, que tu madre igual lo estaría.

Se encaminaron hacia Buckbeak, ya que el tiempo se les acababa y necesitaban estar en el ala del hospital. Sirius se subió en Buckbeak y miró a Hermione.

−No podría haber pedido una mejor amiga para Athena, eres una gran maga –dijo Sirius mientras alzaba vuelo. Hermione le sonrió y se hizo para atrás.

Los tres se quedaron mirando cómo Sirius se iba, muy, muy lejos. Hasta que sonó una campanada.

−Hay que irnos –dijo Athena tomándolos de los hombros y haciendo que corrieran hacia el ala de la enfermería.

Llegaron corriendo, deteniéndose de golpe al ver a Dumbledore saliendo del ala.

− ¿Y bien? –preguntó Dumbledore.

−Está libre –dijo Athena con voz entrecortada.

− ¿Quién? –dijo Dumbledore fingiendo confusión.

−Lo logramos –dijo Harry apoyando a Athena.

− ¿Qué cosa? –preguntó Dumbledore, ahora miraba sobre sus lentes y caminó hacia la escalera−. Buenas noches.

Los tres se miraron con confusión y entraron hacia el ala, viendo como sus yo del pasado, desaparecían. Ron los miró con confusión.

− ¿Qué...Qué están haciendo ahí? –dijo apuntando hacia ellos −. Si estaban allá.

Athena le dio una mirada confusa, y miró a Hermione y Harry.

− ¿De qué está hablando?−preguntó Athena hacia ellos.

−No puede ser posible –dijo Hermione con una sonrisa. Los tres soltaron una risa pequeña y negaron con lentitud.

Pasaron la noche en la enfermería, como debía ser. La mañana siguiente, Athena se levantó por los ruidos de una acalorada discusión. Era Snape. Se levantó y lo primero que sintió fueron las manos de Snape encima de sus hombros.

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