Capítulo 17

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− ¿A dónde tan de prisa, Black? –una voz fría dijo detrás de ella.

−Sólo tomaba un poco de aire, profesor –dijo Athena mirándolo con una sonrisa sarcástica.

Snape la miró con recelo, Black había estado tranquila este curso. No había bromas, ni nada que pudiera generarle un castigo.

− ¿Puedo irme ahora?−dijo Athena con una ceja levantada. Snape la miró una última vez y se hizo a un lado, para que ella pasara.

Athena pasó a lo largo de él, encaminándose hacia su sala común, como el profesor Snape pensaría, pero se desvió por un pasillo y llegó a una ventana, dando hacia el patio. Estaba muy oscuro, sacó su varita e iluminó su camino hacia el puente cubierto. Llegó a los finales del puente, colindando con el campo. A lo lejos podía observar la cabaña de Hagrid, de está salía el humo de la chimenea. Miró hacia su izquierda observando, como el Sauce Boxeador, movía sus ramas. Dio una media sonrisa y se dispuso a ir a su sala común; cuando de pronto, observó una figura alta postrarse frente al sauce, la luz de la luna, iluminaba perfectamente su figura, sin embargo a esa distancia, no podía observar quién era. El sauce dejó de mover sus ramas y la figura misteriosa, desapareció entre la oscuridad. Athena frunció el ceño, sabía que existía un pasadizo por el sauce, pero daba directamente hacia el lugar menos pensado, la Casa de los Gritos.

Las vacaciones pasaron rápido, Athena no volvió a toparse con el profesor Snape después de la cena de navidad y mucho menos con el profesor Lupin, quien le había suspendido unas clases, debido a que Harry estaba practicando el encantamiento Patronus. Ella se encontraba caminando hacia el patio, donde Harry, Ron y Hermione, ya se encontraban. Al parecer Ron y Hermione estaban discutiendo.

− ¿Hecho pedazos? –Athena dijo asomándose detrás de ellos− ¿qué discuten esta vez?−.

Los tres la miraron, Harry estaba tan confundido como ella, mientras que Ron miraba enojado a Hermione.

−Ron ha perdido a su rata –Hermione mencionó sin darle mucha importancia.

− ¡No la he perdido! –exclamó Ron con cierta indignación − ¡tú gato la mató!−.

− ¡Mentira! –dijo Hermione frunciendo el ceño.

Athena no dijo nada, al parecer habían estado toda la mañana con lo mismo. Ron comenzó a hablarle a ella y a Harry sobre cómo Crookshanks siempre andaba acechando a su rata y ésta ahora, estaba desaparecida.

Ron y Hermione continuaron discutiendo hasta que los cuatro llegaron al lago negro, donde se encontraba Hagrid. Al parecer éste último acababa de llegar de la audiencia de Buckbeak.

− ¿Cómo estuvo la audiencia, Hagrid? –preguntó Athena.

Hagrid tomó un poco de aire y suspiró.

−Primero, hablaron sobre el por qué estábamos reunidos –dijo Hagrid, mientras recogía unas piedras del suelo−, luego me paré y dije que Buckbeak era un buen hipogrifo, siempre asea sus plumas. Entonces, Lucius Malfoy, se paró y bueno, se imaginaran que dijo; Buckbeak es una creatura peligrosa que asesinara en un cerrar de ojos−.

−Entonces, ¿qué pasó? –preguntó Hermione con preocupación.

−Luego, el gran Lucius pidió el peor castigo –dijo Hagrid mientras arrojaba una piedra hacia el lago.

− ¡No pueden despedirte! –exclamó Athena.

−No, no me despidieron –dijo Hagrid con un deje de tristeza− a Buckbeak lo sentenciaron a muerte− terminó de decir, rompiendo en lágrimas.

Los cuatro se quedaron con él, sintieron aflicción por Buckbeak, no se merecía esa sentencia por culpa de Draco Malfoy. Athena se sentó junto a Harry, recostando su cabeza sobre su hombro. Ninguno dijo nada.

A Black's Desire Donde viven las historias. Descúbrelo ahora