Capítulo 7

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Era la mañana de Halloween, Athena se había levantado a la misma hora que los demás y bajó a desayunar.

−Les traeremos un montón de golosinas de Honeydukes –les dijo Hermione, sonriendo con tristeza.

−Sí, montones –dijo Ron.

−No se preocupen, chicos –dijo Athena, notando la mirada de Harry−. Ya nos veremos en el banquete. Diviértanse.

Los acompañaron hasta el vestíbulo, donde Filch, el conserje, de pie en el lado interior de la puerta, señalaba los nombres en una lista, examinando detenida y recelosamente cada rostro y asegurándose de que nadie salía sin permiso.

−Athena, ¿Quieres ir al lago? –preguntó Harry. Athena lo miró con una sonrisa ladeada.

−Lo siento, Harry –dijo Athena, disculpándose. Tenía clases en ese momento con el profesor Snape. Tenía que terminar la poción−. Tengo que ir con el profesor Snape.

−Ah, no importa, está bien –dijo Harry, restándole importancia. Pero por dentro si le importaba.

Athena siguió por los pasillos, hasta llegar a las mazmorras. La puerta del despacho del profesor Snape estaba entre abierta. Se asomó para observar si se encontraba ahí. Efectivamente, ahí estaba el profesor Snape; sentado y escribiendo en su escritorio.

− ¿No le enseñaron tocar antes de entrar, Black? –dijo el profesor Snape con frialdad.

−Lo siento, señor –dijo Athena, entrando y cerró la puerta detrás de ella.

−No le dije que cierre la puerta –dijo Snape con desagrado, ni siquiera había levantado la vista.

Athena entornó los ojos y se acercó a donde estaba su caldero con la poción. La poción tenía un color adecuado y soltando poco humo. Estaba como debería de estar. Soltó una sonrisa orgullosa.

−Profesor –dijo Athena, se había acercado hasta su escritorio. Snape seguía escribiendo.

−Si no te importa, Black. No deseo que me molestes –dijo Snape con desagrado. Seguía escribiendo.

Athena soltó un suspiro y se asomó un poco, viendo como escribía sobre varios pergaminos. Soltó una risa. Eran pergaminos de los de primer año. Había escrito varias T en ellos. Ese era el rango más bajo. Significaba Troll.

−Profesor, ¿necesita ayuda? –dijo Athena, alzando ambas cejas. Aún faltaba un poco para que la poción cambiara de color y pudiera agregar el último ingrediente.

Snape alzó su mirada. Athena desvió su mirada hacia arriba.

−No necesito tu ayuda, Black –dijo el profesor Snape, con una sonrisa burlona.

−No le diré a nadie –dijo Athena con una mueca. A un lado del profesor Snape se encontraba una pila de pergaminos, que aún no estaban calificados.

El profesor Snape soltó un gruñido y con un movimiento de varita hizo que apareciera un pupitre. Athena sonrío y tomó asiento.

−Son los de segundo año, creo que serás competente, ¿no es así, Black?−dijo el profesor Snape con tono burlesco. Una pila de pergaminos de habían colocado frente a ella.

−Espero, que mis Excelentes, no lo hayan dejado con altas expectativas, profesor –dijo Athena, con cierto sarcasmo.

Pasó casi una hora, le faltaban pocos exámenes por calificar. Pero ya era hora de agregar el último ingrediente.

−Profesor, ¿por qué está poción?−preguntó Athena, con cierta extrañeza, mientras agregaba el queso lunar a la poción.

La poción comenzó a desprender un humo color azul. Athena sonrío. La poción estaba perfecta.

A Black's Desire Donde viven las historias. Descúbrelo ahora