Capítulo 42

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Holaaa ☺️, les dejo el capítulo de hoy, espero lo disfruten, nos vemos
Pd: la multimedia del capítulo anterior es  Athena Black, se me olvidó aclararlo 😅

−Sí, sí –decía Sirius mientras se paseaba por el vestíbulo−. Lunático tiene mi bendición, aunque no me lo hayan dicho aún. Puedo notarlo –guiñó un ojo hacia Remus que se encontraba en el salón.

− ¡Papá! –bramó Athena soltando un suspiro y miró hacia Lupin que trataba de ocultar su rostro con un libro. Sirius soltó una ligera risa y se acercó hasta donde ella estaba.

−Jamás lo vi así de tonto –dijo Sirius a Athena, pero mirando hacia Remus.

−Cierra el hocico, Canuto –replicó Remus frunciendo el ceño ligeramente. Athena soltó una ligera risa.

−Como digas, Lunático –bramó Sirius.

Remus miró hacia Athena discretamente, notando cierta seriedad ante la situación. Frunció ligeramente el ceño, pero siguió leyendo su libro.

−Qué aburrido, mejor sigo tratando de limpiar la casa –dijo Sirius saliendo de la sala.

−Dile a Kreacher que te ayude –dijo Athena bromeando.

− ¿Ese elfo? ¡No hace más que guardar basura en su guarida! –bramó Sirius−. De todas formas, los Weasley deben llegar en la noche. Dumbledore les pidió que vengan por el resto del verano.

−No eres amable con Kreacher, ¿Cómo quieres que te ayude? –replicó Athena riendo, Sirius refunfuñó−. Al menos tendremos más compañía.

−Ese elfo jamás fue amable conmigo−masculló Sirius−. Y mientras más seamos, mejor. No puedo esperar a que Harry venga.

Athena sonrió de lado. Sabía que su padre le tenía mucho cariño a Harry, no sólo por ser su padrino. Sino por el gran parecido de Harry con su padre, James. 

−Recuerda que el profesor Snape vendrá hoy –dijo Athena mientras sonreía discretamente.

−Si Quejicus te hace pasar un mal rato, me lo dices –bramó Sirius antes de salir.

− ¿Por qué le dices Quejicus? –preguntó Athena frunciendo el ceño.

−Se lo merece –masculló Sirius y salió de la habitación.

Athena frunció el ceño y miró hacia Lupin, este no le miró a ver; tratando de evadir su pregunta.

El resto del día se la pasó leyendo un libro, pero este no tenía la información necesaria. Revisó la biblioteca por otro, pero no encontró. Llegada la tarde, se encontraba en el salón, recostada en el sofá largo. Miraba hacia el techo con el ceño fruncido.

Tocaron la puerta con unos suaves golpes. A todos los miembros les tenían prohibido tocar el timbre. Ya que, aún se encontraba el retrato de su querida abuela, Walburga Black; y no se le hacían muy gratas las visitas que se hacían en la casa.

− ¡Voy! –exclamó Athena mientras caminaba con cuidado hacia la entrada. Al abrir la puerta, el profesor Snape la miró de pies a cabeza, con una mirada fría.

−Black –saludó. Athena alzó una ceja.

− ¿Profesor? –dijo Athena con duda.

− ¿Qué espera para hacerse a un lado? –dijo Snape. Athena abrió la puerta y le indicó que pasara con un gesto de su mano.

−Siéntase cómodo –bromeó Athena−. Pero no mucho.

Snape entornó los ojos, pero disimuló una pequeña sonrisa.

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