Capítulo 56

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Holaaa preciosas, lamento mucho mi ausencia 🥺, había estado muy ocupada y estresada con la escuela. Espero que se encuentren muy bien ☺️, les dejo el nuevo cap, es algo largo y espero que lo disfruten 🤭

– ¿Cómo has estado? Lamento no haberme comunicado contigo, sabes...

–Está bien, papá –le interrumpió Athena–. Lo entiendo, yo igual te extrañé –dijo, pero sentía un pequeño nudo en la garganta. Sirius le dio una sonrisa y asintió–. ¿Qué ha pasado?

–Arthur ha sido atacado –murmuró Sirius. Era de madrugada, los Weasley se encontraban en la casa junto con Harry–. Molly ya ha ido a verlo a San Mungo.

–El abuelo mencionó algo sobre un antídoto –comentó Athena frunciendo el ceño ligeramente. Sirius asintió.

–Harry tuvo una pesadilla–hizo una pausa pensando–, bueno, creo que es mejor que le llamemos visión. La serpiente de Voldemort estaba en la guardia de Arthur –Sirius la miró, ella miraba hacia todos lados, menos hacia él–. Pareces nerviosa.

– ¿Qué? No, no –dijo Athena negando–. Probablemente estoy cansada.

Sirius asintió no muy convencido.

–Anda, ve a dormir –dijo soltando un suspiro–. Ya nos pondremos al día en el desayuno –se acercó hasta Athena con un sonrisa y le dio un beso en su cabeza.

–Buenas noches, papá –dijo sonriendo ligeramente.

La mañana siguiente Athena se levantó temprano, al entrar a la cocina, la familia Weasley ya se encontraba ahí.

–Buenos días –saludó Athena con una leve sonrisa.

–¿Cuándo llegaste? –preguntó George con sorpresa.

–En la madrugada –respondió Athena–. Creo que se durmieron.

–No, no pude dormir –replicó George.

De pronto la señora Weasley irrumpió en la cocina. Estaba extremadamente pálida, pero cuando todos se volvieron para mirarla,  George, Fred, Ron y Harry saltaron casi de sus sillas, ella forzó una frágil sonrisa.

–¿Cómo está? –preguntó Athena con serenidad.

–Se pondrá bien –afirmó con una débil voz que denotaba cansancio–. Ahora está dormido. Más tarde podremos ir a verlo. Bill se ha tomado la mañana libre y está haciéndole compañía.

La tensión que se había formado en la cocina, disminuyó.

–Bien, ¡a desayunar! –dijo Sirius con regocijo desde el marco de la puerta–. ¡KREACHER! ¿Dónde está ese elfo doméstico?– pero Kreacher no acudió al llamado–. Bueno, da igual –murmuró, y se puso a contar cuántas personas se encontraban en la cocina.

Athena se sentó a un lado de George, colocándole una mano sobre su hombro, dándole apoyo.

–Estará bien, ya verás –dijo Athena con una media sonrisa.

El timbre sonó, haciendo eco por toda la casa. Sirius soltó un gruñido frustrado.

– ¡Siempre el maldito timbre! –bramó, mientras los gritos de su madre resonaban por el corredor.

–Yo voy –dijo Athena soltando una ligera risa. Se levantó de la mesa y caminó por el corredor–. Kreacher –llamó con suavidad, se escuchó un crac y el elfo apareció frente a ella.

–Diga, ama Athena –dijo el elfo haciendo una reverencia extremadamente exagerada.

–No hagas eso –pidió Athena mientras trataba de enderezar al elfo–. Sólo calla el retrato de la abuela.

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