Athena llegó a su dormitorio, para su suerte estaba vacío, sus demás compañeras ya habían bajado. Se pasó una mano por sus ojos, su respiración estaba agitada.
«¿Ella sentía algo por Snape? ¿Snape?», Pensó, pero sacudió su cabeza en forma de negación. No podría, él la odiaba y ella a él. Pero, estaba tan confundida con lo que había sentido...
Dejó sus cosas y bajó hacia la escalinata de la entrada. Todos los alumnos ya se encontraban ahí en fila. Era una noche fría y clara. Oscurecía, y una luna pálida brillaba sobre el bosque prohibido. Todos los jefes de casa estaban en la cabecilla de sus grupos. Athena miraba de reojo al profesor Snape, que se encontraba justamente a unos pocos metros de su lado. Él tenía la misma cara de siempre, inexpresiva y fría.
Ya eran las seis en punto y no había rastro de ninguno de los otros colegios. Los Ravenclaw comenzaron a hablar sobre cómo iban a llegar hasta aquí.
−Por traslador, creo –dijo uno a espaldas de Athena−. Bueno de igual manera, pueden aparecerse, no creo que este prohibido en sus países.
−Nadie puede aparecerse dentro de los terrenos de Hogwarts –dijo otra persona.
Todos comenzaron a escudriñar el terreno, observando todos los posibles lugares, por donde podrían aparecer.
Y entonces, detrás de ella, junto con otros profesores, se encontraba Dumbledore, que gritó:
− ¡Ajá! ¡Si no me equivoco se acercan los representantes de Beauxbatons!
− ¿Por dónde? –preguntaron otros alumnos impacientados.
−Por ahí –señaló Athena hacia el bosque.
Una cosa larga, más larga que una escoba y que de muchas de hecho, se acercaba al castillo por el cielo azul oscuro, haciéndose más grande.
Cuando la gigantesca forma negra pasó por encima de las copas de los árboles del bosque prohibido casi rozándolas, y la luz del castillo la iluminó, observaron que se trataba de un carruaje colosal, de un color azul pálido y del tamaño de una casa grande, que volaba hacia ellos tirado por una docena de caballos alados de color tostado pero con la crin y la cola blancas, cada uno del tamaño de un elefante.
Las tres filas delanteras de los alumnos se echaron para atrás cuando el carruaje descendió precipitadamente y aterrizó a tremenda velocidad. Un segundo más tarde el carruaje se posó en tierra, rebotando sobre las enormes ruedas, mientras los caballos sacudían su enorme cabeza y movían unos grandes ojos rojos.
Antes de que la puerta del carruaje se abriera, en la puerta estaba el escudo de la escuela, estaba conformado por: dos varitas mágicas doradas cruzadas, con tres estrellas que surgían de cada una.
La se abrió, dejando a todos expectantes, lo primero que vieron fue un pie, con un zapato negro brillante con tacón; pero el tamaño del pie era casi como el de un trineo infantil. Al zapato le siguió inmediatamente, una mujer, la mujer más grande que jamás habían visto. Las dimensiones del carruaje y de los caballos quedaron inmediatamente explicadas. Algunos ahogaron un grito.
Al paso que se acercaba al castillo, su rostro se ilumino, revelando un hermoso rostro, con una nariz afilada y unos ojos cristalinos grandes y negros. Su cabello era corto, a la altura del mentón.
Sus ropas eran de satén negro, y una multitud de cuentas de ópalo brillaban alrededor de la garganta y en sus gruesos dedos.
Dumbledore comenzó a aplaudir. Los estudiantes imitaron a su director, algunos estaban de puntillas para ver mejor a la mujer.
Sonriendo, la mujer avanzó hacia Dumbledore y extendió una mano reluciente. Aunque Dumbledore era alto, apenas tuvo que inclinarse para besársela.
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A Black's Desire
Hayran KurguAthena Saiph Black, con todas las habilidades dignas de una Ravenclaw, a excepción de una; meterse en problemas. Su vida dio un giro completo al escuchar que su padre, Sirius Black había escapado de Azkaban. En su tercer año en el Colegio Hogwarts...