Episode XII

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Caía, caía al inmenso vacío oscuro. El viento la golpeaba desde atrás y la ahogaba. Su cabello se enredaba alrededor de su rostro y no la dejaba ver nada alrededor. Solo a Luke. A Luke que la siguió en la caída unos pocos instantes después. Imaginó que el huracanado viento que ella había causado al romper la ventana con su cuerpo lo había arrastrado.

Mi culpa.

¡No!

Su corazón se detuvo en su pecho hasta que él se aferró a un saliente que Amber ni siquiera había visto. Ella lo vió escalar pero no alcanzó a ver nada más, porque su caída siguió. Esperaba que Luke saliera victorioso de allí.

Miró a su alrededor como pudo, la presión de la caída estrujando su cuello. No había nada a lo que aferrarse, nada que la salvara. Así que se aferró con fuerza al mango del sable apagado.

¿Iba a morir así, después de todo lo que había luchado?

Si seguía cayendo en esta posición su espalda se iba a llevar un gran golpe. Mierda, sus costillas rotas iban a perforar los pulmones. Y mierda, tenía que dejar de maldecir ya. ¡Tenía que salvar su vida, joder!

Por favor...

Su entorno cambió, la luz del eterno atardecer la envolvió. Las nubes, la calidez del día y el ronroneo suave de una turbina. El ensordecedor silbido del viento en sus oídos, a punto de estallar. Los ojos abiertos de par en par en cuanto su mente procesó el significado de aquel ronroneo.

Oh, no.

No pudo ni tan solo hacer el intento de moverse, su cuerpo era controlado por la gravedad, no por ella. Su espalda impactó sobre una pequeña nave automática que pasaba por allí y sus pulmones se vaciaron con un jadeo. La fuerza del golpe seco hizo su cuerpo rebotar y girar sobre sí mismo. Reaccionó con rapidez a pesar de la agonía y se aferró con una mano a un saliente de la estructura de la nave como a un ave salvador.

El viento la obligó a entrecerrar los ojos y la velocidad aflojó sus dedos, queriendo que ella se soltara, queriendo que ella muriera. Un encantador par de ojos aventureros atravesó su mente como un destello. Sacudió su cabeza para vaciar sus pensamientos. No iba morir aquí. Iba a luchar por esos ojos. Con renovada determinación guardó el sable en la funda de su cintura, y se aferró con ambos brazos a la nave. Se impulsó hacia arriba. Arriba, arriba, por favor, arriba. Con una mueca de dolor, finalmente pudo posar un pie sobre el ala y levantó su cuerpo.

Escaló con dificultad y se arrodilló sobre la nave. Intentó dar profundas respiraciones para recobrar el aliento pero otra mueca de dolor se le escapó. Respirar era doloroso, tan doloroso. Rodeó su torso con un brazo y palpó su costilla. Un líquido caliente empapó sus dedos. Frunció el ceño. Mierda, estaba sangrando. Eso estaba mal.

La nave dió una sacudida que la hizo tambalear. Se aferró con más fuerza y cambió sus rodillas por sus pies. Se agachó sobre la superficie, porque sabía que si se ponía de pie, caería, y perdería la única oportunidad que tenía de no morir aplastada en el suelo. Su equilibrio era una mierda y esto se movía demasiado.

Miró a su alrededor. Nada. No había nada alrededor. Nada más que el punzante dolor, el viento, el vapor de las nubes y... ¡Una plataforma! Una plataforma, ¡Se acercaban a una plataforma! Y ese era...

Amber estuvo a punto de echarse a llorar allí mismo por el alivio. Su cuerpo tembló anhelante.

¡El Halcón Milenario estaba allí! Como rodeado por un rayo de esperanza, esperando por ella, para sacarlos a todos de allí y partir en busca de su capitán.

La pequeña nave, tan pequeña que ni siquiera podría haber abarcado la reducida altura de Amber, se dirigía a toda velocidad, cortando el viento con sus alas, directa a la plataforma 327. Pero no se detendría allí, Amber lo sabía. Pasaría por su lado por una fracción de segundo y seguiría su camino, así que tenía que saltar.

Counting Stars | Han Solo; Star WarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora