Episode VIII

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—¿Entonces?

—Entonces... ¿Qué?

—¿Vas a casarte conmigo?

—¡Casarnos! —Amber soltó una sonora carcajada. —No lo dices en serio.

Ahora fue el turno de él de soltar una carcajada.

Tienes razón, tal vez sea un poco exagerado, pero, ¿Y si te pido que seas mi novia?

—¿Has considerado la idea de que quizás me haya acostado contigo solo porque si? Ya sabes una mera distracción, algo de una sola vez.

Han Solo rodó los ojos.

—Por supuesto que no.

—¿No? ¿Cómo estás tan seguro?

—Porque te gusto demasiado como para que tengas suficiente de mi con una sola vez. —evidenció con obviedad. —Porque me gustas demasiado como para tener suficiente de ti con una sola vez. De hecho no creo poder tener suficiente de ti jamás, y eso es algo que no me ha pasado en... ¡Jamás! Otra razón por la cual definitivamente eres la indicada. Y además... te conozco, Amber Kenobi, tu... no eres la clase de mujer que se entrega a alguien solo por deseo. Me quieres.

Otra divertida carcajada de la rubia que descansaba su desnudo cuerpo sobre el del muchacho. La rubia, despeinada melena rodeándoles como un velo romántico que los volvía invisibles. Ocultándoles del mundo exterior.

Han Solo podía jurar que aquel aroma de ella era una droga desconocida, oculta para todos excepto para él. Podría volverse adicto a ella, podría volverse adicto a Amber. De hecho, lo era.

—Vaya, esas son muchas razones. No creo que en verdad estés entendiendo la magnitud de lo que estás diciendo ahora. Tonto, ególatra. —murmuró lo último sabiendo que a la distancia a la que estaban, él oiría.

Han adoptó una expresión de seriedad absoluta y rozó sus hinchados labios por los besos con los de ella aún más hinchados.

—Créeme, lo entiendo. Te quiero. Sé mi novia, Amber. Quédate a mi lado para siempre.

Ella suspiró, rendida.

Ay, por favor. Como si tuviera algo que pensár. Sabía la respuesta a eso desde la primera caricia de esa misma noche. Había sabido la respuesta en el mismo momento en que lo había dejado irrumpir en su "habitación" y no había protestado cuando él se lanzó sobre ella, besándola con pasión. Joder, no se había quejado, había gemido.

—Si. Está bien. Voy a quedarme a tu lado.

Los ojos de él brillaron tanto que si ella hubiera estado un palmo más lejos, hubiera dicho que eran lágrimas. Sintió el acelerado retumbar del corazón de él en su pecho, o tal vez fuera el suyo. ¿Lo sentiría él?

Counting Stars | Han Solo; Star WarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora