Episode V

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Si el ambiente de Tatooine era insoportablemente seco y árido, el de Dagobah, aún siendo todo lo contrario, no tenía nada que envidiar.

El planeta completo parecía estar rodeado de plantas y musgos resbaladizos, para espanto de Amber. En un constante clima al borde de la más feroz tormenta, la densa humedad era asfixiante aún sin bajar de la nave y la blanca cortina de niebla espesa era cegadora. Los pantanos, tan grandes que se conectaban unos con otros, eran el hogar de incontables especies de insectos y animales, y Amber no podía imaginar un solo ser de vida inteligente que estuviera deseoso de vivir en un sistema como este.

Luke se quitó de encima el uniforme de piloto de la Alianza con un suspiro nervioso. Presionó un botón y la compuerta de cristal sobre sus cabezas se abrió con un chasquido. Amber casi tosió ante la primera inhalación de aire natural. Estaba helado y olía a barro y heces de alguna especie.

Luke se levantó y bajó de un salto ágil, enterrando sus botas negras en el húmedo suelo resbaloso y ennegrecido. Amber se asomó ligeramente hacia afuera. Su amigo iba tenso, observando el entorno con ojos alertas, rozando lo obsesivo.

Una pequeña sonrisa traviesa se extendió sobre sus mejillas ante una idea fugaz para tranquilizarlo al menos un segundo y alargó con delicadeza una de sus manos hacia el rubio.

-Oye, Luke, dame una mano, ¿Quieres?

Luke se volteó con ojos incrédulos. Luego una divertida sonrisa se abrió paso entre sus finos labios que se apretaban entre sí con tensión y rodó sus azules ojos, abandonando el brillo preocupado por un instante.

-No puedo creer que sigas con eso. -reprochó él. Pero aún así, lejos de sentirse ofendido por las incansables bromas de Amber acerca de su mano perdida, extendió justamente aquella mano para tomar la de ella y ayudarla a saltar fuera de la nave.

Amber soltó una carcajada incontenible antes de caer de pie junto al rubio.

-No voy a detenerme jamás, es divertido.

Luke rió también, contagiado por la risa de Amber. Luego, con R2D2 detrás y dejando la nave abandonada, se dirigió con paso seguro hacia una pequeña choza con aspecto deteriorado a unos metros más allá. Él se movía con seguridad y firmeza, como si ya conociera cada parte de aquellos lares.

Amber emprendió la marcha detrás de él. El primer paso fue exitoso, el segundo enterró su pie casi hasta el tobillo dentro del barro blando y al tercero resbaló. Lo único que impidió que su nariz se enterrara hasta lo más profundo del terreno pantanoso fue que Luke se mantenía lo suficientemente cerca para que ella pudiera aferrarse a la tela de la espalda de su ropa.

Superficies resbalosas y su estúpido equilibrio nulo. No puede ser, ¿Qué iba a pensar el Gran Maestro Yoda?

Con los últimos resquicios de diversión en el rostro de Luke, que se borraban lentamente por el temor a esclarecer sus dudas, volteó para ayudar a su amiga a caminar decentemente a través del pantano resbaloso. Amber no objetó y se aferró a él con fuerza.

Al llegar frente a la pequeña puerta de la pequeña choza húmeda, Amber y Luke intercambiaron una última mirada preocupada antes de que el rubio extendiera una de sus manos para llamar. Con apenas el primer leve golpecillo, la puerta se abrió de par en par con un chirrido y un pequeño enanillo verde, canoso, envuelto en una relativamente larga capa misteriosa y con aspectos de sabio hombre mayor los recibió con entusiasmo.

Amber lo observó con la sorpresa escapando de sus ojos. Observó la expresión de Luke a su lado, parecía haber encontrado a quien buscaba.

Bueno pues esto no era lo que esperaba cuando pensaba en el Gran Maestro Yoda, el Último Jedi, pero no iba a dejarse llevar por las apariencias.

Counting Stars | Han Solo; Star WarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora