Mientras Darth Vader blandía su sable de luz del vibrante color de la sangre, y el zumbido característico se acercaba directo a su cuello para calcinarlo, todo pareció suceder a cámara lenta. El tiempo ralentizándose para que Amber pudiera ordenar sus pensamientos por última vez antes de ser asesinada.
Todo su cuerpo dolía por los golpes. Su pecho subía y bajaba agitado. Pero no quería dejar de luchar. No podía dejar de luchar. ¿Iba a morir aquí?
Tal vez debió hacer caso a Obi-Wan y entrenar con el maestro Yoda cuando tuvo la oportunidad. Tal vez podría haber ganado esta guerra de una vez por todas y huir en busca de sus amigos.
No...
Si se hubiera convertido en un Jedi, no habría amigos que ir a buscar. Para convertirse en una Jedi, debió haber abandonado a sus amigos, debió haber renunciado a Han. Debió haber renunciado a todo.
Si ella hubiera sido un Jedi, habría durado mucho menos en la lucha. Porque no tendría ni una sola razón para luchar.
El conocimiento la golpeó con fuerza, como un puñetazo directo en el corazón. La respuesta estaba allí, siempre había estado alli, justo frente a ella. La respuesta a todas sus preocupaciones, la respuesta a sus noches de insomnio, la respuesta a las preocupaciones de sus amigos, de Han.
Joder, ¿Cómo no lo había visto antes? ¿Cómo había sido tan tonta?
Estaba llena de odio, odiaba a Darth Vader. Quería lastimarlo, quería matarlo. Quería ir a por Jabba y cortarlo en pedacitos. Quería golpear a Lando hasta que sangrara.
Pero quería hacerlo para poder volver a Han. Para volver a Leia, para volver a Luke y Chewie. Quería hacer todo eso para volver a los brazos de las personas a las que amaba y poder llevar una vida en paz, llena de aventuras y desafíos, pero en paz. No quería volver a negarle un beso Han Solo nunca más.
Quería volver a su familia.
Su corazón desbordaba de tristeza, de rabia. Y aún así también estaba lleno de amor, de añoranza y de sueños.
No se sentía ni un palmo más cerca de la oscuridad de lo que había estado en Hoth, o hace una semana cuando todo estaba bien, o el día anterior. No se sentía más cerca de la oscuridad porque no había un lado oscuro para ella. Ni tampoco un lado luminoso.
Si, la Fuerza era intensa en ella porque era una directa descendiente de los Kenobi y era casi impensable que no lo fuera. Y ella se había decantado por el lado luminoso en el pasado porque había sido lo que su corazón le había dicho. Pero su corazón también le había dicho que lo abandonara. Ella lo había abandonado en cuanto supo lo que aquello implicaba. Había dejado que la Fuerza volviera a dormir dentro de ella, había abandonado ese camino para no abandonarse a sí misma.
Había escogido ser una mujer antes que un Jedi. Había escogido ser un simple humano para no tener que reprimir sus emociones jamás. Para ser libre de sentir lo que quisiera. No había riesgo de oscuridad para ella. El odio estaba permitido, todo el deseo de venganza estaba permitido.
Porque al final del día, seguiría siendo la misma Amber de siempre. Las emociones estaban permitidas para ella, era lo que la fortalecía, de hecho.
¡Que tonta había sido! Había estado tan perdida en la desesperación que había olvidado sus propias razones. Se había movido por instinto todo este tiempo.
No podía morir ahora, no cuando había encontrado la solución. Tenía demasiado por lo que luchar.
Joder, no tenía nada para frenar el poderoso golpe final.
Como un estúpido reflejo inconsciente, guiada por sus instintos, levantó su mano derecha con la palma extendida hacia arriba para detener el sable con su mano, para que al menos no impactara directamente en su rostro. Cerró los ojos con fuerza. Rogó por que la amputación no fuera demasiado dolorosa. Se engañó a sí misma diciendo que al menos la quemadura del haz de energía serviría para cauterizar la herida y no moriría desangrada.
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Counting Stars | Han Solo; Star Wars
FanfictionHay muchas historias que cuentan las hazañas y aventuras de Han Solo y Amber Kenobi. Son una leyenda andante, para qué engañarnos. Pero hay una en particular, que es especial. Mi favorita. La leyenda cuenta que una vez, hace ya años, un alma perdid...