-Leia, me estás mareando. ¿Podrías sentarte y parar por un momento?
Amber permanecía sentada sobre un inmenso sofá, con brazos y piernas cruzadas, mirando con cansancio a su amiga.
La princesa no había parado de caminar de un lado a otro de la habitación desde que habían llegado. Iba, miraba por la inmensa ventana, se cruzaba de brazos, suspiraba y volvía.
Iba. Miraba por la ventana. Suspiraba. Volvía. Una y otra vez.
Amber ya estaba bastante nerviosa por el posible resultado de las cosas y por haberse visto literalmente obligada a dejar que Han resolviera sus asuntos con Lando por sí solo cuando ella consideraba a este último una potencial amenaza. Además de que nadie tenía noticias del temeroso C3PO, que había desaparecido misteriosamente casi desde que llegaron, y eso le estaba carcomiendo la mente. Ver a su amiga actuar cual lunática lo empeoraba todo.
-Ya, tranquila. -volvió a intentar cuando ella hizo oídos sordos. -Todo saldrá bien. Han se encargará de ello.
Leia volteó a verla escandalizada. Con los ojos abiertos como platos.
-Eso es exactamente lo que me preocupa, Amber. Gracias.
Amber sonrió divertida.
-Oye, confía en él. Hemos salido de cosas peores, ¿No? Tu misma lo dijiste, tiene sus buenos momentos.
La castaña suspiró rendida. En el fondo tenía que admitir que su amiga tenía razón. Ya había tenido pruebas de las habilidades de Han Solo. Debía aprender a confiar en él, tarde o temprano. Amber lo hacía, ¿No?. De seguro ella podría hacerlo también.
Aunque claro que Amber estaba cegada por el amor que por alguna inexplicable razón sentía hacia aquel... individuo.
-Ven. Siéntate conmigo. -invitó la rubia extendiendo los brazos en su dirección.
Contra todo pronóstico, Lando Calrissian si les había ofrecido su hospitalidad a pesar de las amenazas. Les había guiado por su Ciudad de las Nubes, les proporcionó habitaciones para cada uno de ellos, incluyendo una con una gran cama doble para Han y Amber, a quienes se las había entregado a regañadientes luego de que Amber rechazara en varias ocasiones su propuesta de una habitación para ella sola que, casualmente, estaba justo al lado de la del moreno. Les ofreció ropa limpia y una necesaria ducha caliente. Comida y mecánicos para que ayudaran a reparar el hiper impulsor del Halcón Milenario.
Y ahora ambas amigas esperaban en una espaciosa sala de paredes blancas e inmensos ventanales que permitían una asombrosa vista de la ciudad en actividad, a que Han Solo regresara a buscarlas para darles la excelente noticia de que todos los problemas técnicos del Halcón Milenario estaban solucionados y al fin podrían irse volando a la velocidad de la luz y dejar a Lando Calrissian muy atrás en el pasado.
Amber estaba agradecida con él pero eso no significaba que le inspirara ni la más remota confianza.
Leia sonrió levemente y se acercó al sofá para luego desplomarse a un lado de Amber. Envolvió sus brazos alrededor de la cintura de la rubia con fuerza y recostó su cabeza en su pecho. Amber correspondió el gesto, rodeando sus hombros con cariño y descansando su cabeza sobre la de ella.
Un cómodo silencio se instaló entre ambas. Un silencio que gritaba a voces que seguían teníendose una a la otra. A pesar de todo y en cualquier circunstancia.
Amber sonrió ante un fugaz recuerdo que sabía sería útil para despejar la mente de Leia. Y la suya propia también.
-¿Sabes? Cuando nos conocimos, lo primero que pensé fue: ¿Qué rayos con esta ingrata que no para de dar órdenes? ¿Quién hubiera pensado que tres años después estaríamos así?
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Counting Stars | Han Solo; Star Wars
FanfictionHay muchas historias que cuentan las hazañas y aventuras de Han Solo y Amber Kenobi. Son una leyenda andante, para qué engañarnos. Pero hay una en particular, que es especial. Mi favorita. La leyenda cuenta que una vez, hace ya años, un alma perdid...