El helado viento constante de las congeladas tierras de Hoth calaba hasta los huesos. Era un día soleado, pero aún así las bajas temperaturas permanentes mantenían una gruesa capa de nieve en la superficie.
Con un buen abrigo que te mantuviera caliente y a salvo de la mortal hipotermia, incluso sería un bonito paisaje para disfrutar.
Como era el caso de Amber que, envuelta hasta los dientes en el abrigo más pesado que había usado jamás, admiraba los brillantes destellos que el reflejo del sol provocaba en la nieve y las inmensas montañas que se veían a lo lejos, mientras cabalgaba su maloliente y querido tauntaun y cumplía su tarea de patrullar la zona en busca de señales del Imperio.
Nada. Todo parecía estar en paz.
-Eco tres a Eco siete y Eco doce. Han, Amber, ¿Me escuchan?
La distorsionada voz de Luke, proveniente del pequeño sistema de comunicación que llevaba incrustado en el brazo izquierdo de su abrigo interrumpió su momento de tranquilidad. Últimamente momentos como esos escaseaban en su día a día.
Suspiró.
-Claramente Luke. -respondió primero Han Solo.
-¿Qué sucede? -habló ella. Más para evidenciar que sí lo oía que para otra cosa.
-Terminé mi ronda. No hay señales de vida.
-Aquí no hay suficiente vida como para llenar un crucero espacial. -bromeó el piloto.
Amber sonrió un tanto nostálgica ante su tono irónico. Joder, lo extrañaba.
-Yo ya he colocado los sensores, regresaré a la base. -notificó.
-También yo. Te acompaño, dulzura.
Mierda.
-Bien, los veré allá. Un meteorito cayó cerca de aquí y quiero investigar. No me tardaré. —anunció Luke, para luego proceder a cortar la comunicación.
Amber aflojó un poco las riendas y avanzó en silencio, preparándose mental y emocionalmente para librar otra batalla contra Han Solo.
Siguiendo el consejo de Obi-Wan, había escogido solo pensando en sí misma por una vez.
Así que había creado su propia solución. Un poco de ambas de sus opciones.
No quería ser una Jedi. Por el poder de la Fuerza, en serio no quería. No quería perderse a sí misma de esa forma. No quería abandonarlo todo. No quería vivir en soledad por el resto de su vida. Le aterraba la idea.
Seguiría huyendo y luchando como Amber Kenobi. Y procuraría mantener alejado a Han Solo de ella por si alguien del Imperio la seguía. Si Darth Vader pensaba que ya no había ningún sentimiento que los uniera, no arremetería contra él para doblegarla.
Porque si Obi-Wan tenía razón y Vader había estado estudiándola durante todo este tiempo, de seguro sabría que había solo una persona en toda la galaxia por la que entregaría su alma al lado oscuro.
Y aunque sabía que estaba arriesgando a todos a su alrededor y que su única manera de mantener a salvo a Han era demasiado dolorosa, no se arrepentía de su elección. Prefería sufrir en silencio y admirarlo a la distancia, fingiendo que ya no lo amaba como antes, a tener que renunciar por completo a todo tipo de emoción y realmente tener que dejar de amarlo.
Después de pensarlo durante demasiado tiempo, finalmente había escogido el camino de los humanos. De los seres sintientes.
La razón de sus desvelos se acercó cabalgando ágilmente y sincronizó el andar de su tauntaun con el de ella, caminando a su lado.
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Counting Stars | Han Solo; Star Wars
Fiksi PenggemarHay muchas historias que cuentan las aventuras de Han Solo y Amber Kenobi. Ambos son leyendas, para qué engañarnos. Pero hay una en particular, que es especial. Mi favorita. La del comienzo de todo. La leyenda cuenta que una vez, hace tiempo, una...