Episode XI

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Un desconsolado llanto rompió el silencio de la noche estrellada con la violencia de un trueno.

Un sollozo destrozado, naciente de un dolor tan profundo que incluso la princesa más orgullosa, la más fuerte de ellas fue incapaz de ocultar. Un sollozo que aún ahogado por la distancia, llegó claramente a oídos de Amber Kenobi y Han Solo, arrancándolos de su sueño romántico de un tirón. Un sollozo con un timbre que ambos reconocieron al instante.

Como si hubiera recibido un inesperado golpe, Amber despegó el rostro del pecho del Capitán, donde descansaba como en un cálido refugio e inclinó la cabeza para encontrar sus ojos con el ceño fruncido, agudizando el oído para escuchar.

-¿Oyes eso?

Él frunció el ceño también y escuchó con atención.

-Sí. Suena como...

Otro sollozo incontenible, doloroso, desgarrado.

Amber abrió los ojos como platos.

-Leia.

Se soltó de brazos de su novio, de su futuro esposo joder, y miró alrededor.

Allí. A la distancia, unos cuantos puentes más allá, la delicada silueta, pequeña e inconfundible de Leia Organa se estremecía en soledad, opacada por el espesor de la niebla nocturna. Se veía mortalmente frágil ante la inmensidad del bosque, y Amber supo que su amiga odiaría verse a sí misma en aquel momento. Tampoco pasó desapercibida para ella la completa ausencia de Luke Skywalker alrededor.

-Vamos. -ordenó a Han.

Él asintió con firmeza, y ambos corrieron dentro de la casa para tomar otra de las salidas. La que los conduciría al puente que Leia ocupaba, despidiéndose por ahora de su pacífico momento de felicidad y sueños. Así era su vida. Seguían siendo Han Solo y Amber Kenobi, después de todo.

En el camino, Amber contuvo el aliento y concentró su poder nato en su interior, rebuscando en su espíritu la Fuerza que la existencia de Luke ejercía sobre la galaxia.

Allí estaba, de nuevo. Luz, paz, sabiduría. Y una cierta inocencia soñadora, una curiosidad infantil que llevaba en su interior siempre. Luke seguía con vida, pero se alejaba. Poco a poco, se esfumaba. Y se oscurecía. A cada pequeño paso que Luke daba, Amber enfrentaba mayores dificultades para encontrar su Fuerza y mayor miedo percibía. Luke marchaba esperanzado, pero también con el corazón repleto de dolor. El deseo de tener el poder de cambiar las cosas era tan palpable en su interior, que Amber realmente se asustó.

Aceleró el paso, dejando a Han ligeramente atrás. Subió las pequeñas escaleras del puente y lo atravesó sin un ápice de duda, directa a aquella amiga que era como una hermana para ella. Aquella orgullosa líder que lloraba como una niña perdida.

-¿Leia? -la llamó con urgencia. ¿Sabría ya ella el terrible secreto? -¿Qué sucedió?

Leia ni siquiera levantó la mirada del vacío bajo el puente para mirarla cuando Amber se detuvo a su lado y Han un poco más atrás, dejando una distancia prudente. La princesa se limitó a dejar fluir sus lágrimas cabizbaja y a dejar que su voz flaqueara cuando declaró sin rodeos.

-Luke se fue.

-¿Se fue? -inquirió Han incrédulo. Cualquiera que conociera a Luke sabría que no era propio de él abandonar a sus compañeros y sus soldados en medio de una misión. -¿A dónde se fue?

-Tras Darth Vader.

Todo resquicio de aliento abandonó los pulmones de Amber.

-¿Qué? -palicedió.

Counting Stars | Han Solo; Star WarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora