Episode IX

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-Oye, quítame las manos de encima, desgraciado. -Leia se revolvía salvajemente entre los brazos del Trooper que la arrastraba delante de Amber. -¿A dónde nos están llevando, eh? ¡Ya sueltame!

La rubia sólo se limitaba a caminar en silencio detrás, intentando acompasar sus pasos a los bruscos movimientos del soldado que la sostenía por los brazos y la sacudía con fuerza aunque ella no estuviera luchando. La verdad era que estaba demasiado cansada, física y mentalmente, como para luchar, y en el fondo, tenía un poco de curiosidad acerca de a dónde las llevarían. Rogaba que junto a Han y Chewie.

Llegaron frente a una gruesa puerta de hierro idéntica a la que ella había estado aporreando un tiempo antes y se detuvieron. Uno de los soldados que portaban las armas presionó una serie de números clave en una pequeña pantalla a un lado y la puerta se deslizó suavemente dentro de las paredes, dejando ver el interior de una oscura celda también idéntica a la que habían ocupado antes.

Las arrojaron dentro con un fuerte empujón y cerraron la puerta antes de que pudieran intentar hacer nada.

Examinaron el interior detalladamente.

C3PO estaba apagado y de revés, toda la parte inferior de su cuerpo estaba repartida en cientos de pedazos, pero estaba allí y parecía estar bien. Chewbacca rugió en bienvenida, contento de ver a ambas jóvenes a salvo y siguió dedicándose a atender a Han Solo que yacía desmadejado sobre el duro catre de la celda.

Amber contuvo la respiración y corrió junto a él.

Se dejó caer de rodillas en el suelo a su lado, con el corazón a punto de estallar de alivio y de furia. Lo observó con cuidado, con las lágrimas volviendo su visión borrosa

Lucía demacrado.

Su piel estaba tan pálida que podía distinguir las venas que surcaban su rostro. Su cabello estaba despeinado y sudoroso. Sus labios estaban partidos por la sequedad y habían adoptado un tono violáceo enfermizo idéntico al de los arcos que descansaban bajo sus ojos cansados.

Acarició su fría mejilla con delicadeza. Un suave roce que él reconoció e hizo que sonriera con pesadez para ella, aunque con eso todos los músculos de su cara palpitaran dolorosamente.

-¿Qué hay, dulzura? ¿Dónde habías estado, eh?

Su voz sonó ronca. Como si hubieran raspado a través de su garganta con algún objeto contundente.

Ella sonrió a través de las lágrimas. Joder, jamás había llorado durante tanto tiempo. Se secaría por dentro en cualquier momento.

-Oh, ya sabes. Aquí y allá. -le siguió el juego. Los ojos de él brillaron con adoración. La sonrisa de ella desapareció en una mueca. -¿Qué te han hecho, cariño? ¿Por qué están haciendo esto?

En el fondo sabía la respuesta. Desde luego que lo sabía, estaba tan claro como el agua. Era lo que había estado temiendo todo este tiempo, era la razón por la que había estado evitando acercarse a él todo este tiempo. Pero aún así quería oírlo de su boca.

Debió haber sospechado que él jamás lo admitiría ante ella.

-No lo sé. Ni siquiera me hicieron alguna pregunta.

Han desvió su mirada de los preciosos ojos llorosos de Amber hacia el aburrido techo de la celda. Mentía. Vader se lo había dejado muy claro mientras sumergía todo su cuerpo en aquella cápsula plagada de agujas hirvientes que perforaron su piel. Ahora que había encontrado un punto débil en Amber, se dedicaría a jugar con él hasta que ella no pudiera más y su mente no le dejara otra opción más que ceder a la oscuridad.

Counting Stars | Han Solo; Star WarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora