Episode II

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Cuanto más se aproximaban al Halcón Milenario, más fuertes se oían los gritos de Jabba el Hutt maldiciendo sus nombres en su extraño idioma.

El muy cobarde había llevado consigo a sus perros falderos y habían ocupado los alrededores de su preciada nave.

Por favor. Si hubiéramos querido huir, ni siquiera lo habrías sospechado, gran idiota. Pensó Amber.

—¡Solo! ¡Amber! ¡Salgan de ahí! ¡Vengan aquí, cobardes! ¡Han Solo! ¡Amb-!

—Aquí estamos, Jabba. —el piloto llamó su atención.— Te estabamos esperando.

La criatura volteó en dirección a la voz.

—¿De verdad?

—No creerías que huiríamos ¿O si? —la rubia sonrió irónica.

Solo dió un apretón a la mano de su novia con un poco de fuerza, en modo de advertencia. Era mejor no provocar a Jabba cuando sus secuaces estaban armados y esperando órdenes de aniquilarlos.

—Han, Amber, mis muchachos. Me decepcionan. —la pareja comenzó a acercarse, imitando los movimientos de Jabba, que también se desplazaba en su dirección. —¿Por qué no me han pagado? ¿Y por qué mataron al pobre de Greedo?

Vaya. Que rápido corren las noticias, ¿Eh?

Amber hizo caso omiso de la silenciosa advertencia de Han, soltó su mano y se adelantó unos pasos para enfrentar al Hutt. No dejaría que aquel cobarde que no podía resolver sus problemas por si mismo los intimidara.

—Jabba cuando quieras hablarnos ven a vernos tu mismo. No envíes a ninguno de estos torpes. —señaló con un movimiento de cabeza a todos los sirvientes que esperaban detrás de él.

—Amber, preciosa, no puedo hacer excepciones. —continuó Jabba como si ella no hubiera hablado, no sin antes recorrerla entera con una asquerosa mirada. Rodeó sus hombros con un tentáculo y empezó a caminar, llevándola consigo.

A Amber no le importó. De todos modos no era como si fuera a dejar que hiciera algo indebido. Lo mataría antes de eso.

Por otro lado, a sus amigos si que les importó. Solo se tensó y se apresuró a caminar muy cerca de Jabba. Listo para dispararle entre los ojos si era necesario. Y Chewbacca se adelantó unos pasos, siguiendo de cerca todos sus movimientos y aferrándose a su arma.

Ninguno de los dos iba a dejar que nadie tocara a la dulce Amber.

—¿Qué pasaría si cada uno de mis traficantes tirara la carga en cuanto viera una nave imperial? No es buen negocio, querida.

—Escucha Jabba. —interrumpió Han. No soportaba oírlo llamar a Amber de aquellas maneras, no soportaba ver sus asquerosas manos sobre ella. Así que lo apartó con fuerza, jaló a su chica detrás de él y fue directo al grano. —Nos han abordado muchas veces ¿Crees que teníamos otra salida? —repitió las palabras de Amber mientras, a regañadientes, la dejó atrás y caminó alrededor de Jabba, pisando su cola en el trayecto. La criatura lanzó un gemido de dolor.

Amber supo que lo hacía para desviar la atención y la rabia de Jabba hacia él mismo; ella no lo necesitaba, pero se enamoraba un poco más cada vez que él la protegía de esa manera. Además, amaba cuando se ponía en plan negociante. Era sexy.

—Pero te tengo un contrato sencillo. —prosiguió, ajeno a los pensamientos de la enamorada chica. —Te pagaré, más algo extra. Solo necesito un poco de tiempo.

Cierto, él cerró un trato sin consultarte antes, tonta. Estás muy enfadada ¿Lo olvidas?

—Han, mi muchacho, ¡Eres el mejor! —respondió Jabba, olvidando rápidamente todo su enojo, su capricho por Amber y todas las veces que intentó matarlos. —Por un veinte por ciento más...

Counting Stars | Han Solo; Star WarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora