Solo cuando Amber acabó de acoplar el Halcón Milenario a la plataforma de la pequeña y discreta base espacial rebelde que la princesa Leia había encontrado en la computadora de coordenadas y se aseguró de que todos estaban fuera de peligro, dejó finalmente el control de la nave en manos de Chewie y abandonó la cabina del piloto para acudir, tambaleándose, al encuentro con sus amigos.
En el camino, un soldado rebelde uniformado avistó su frágil caminar y la interceptó en el pasillo de blancas paredes.
—¡Capitana! —exclamó preocupado. —¿Está bien? ¿Necesita ayuda? No sabíamos nada de usted, ni del capitán Solo desde Hoth. No hemos parado de oír rumores sobre lo que sucedió. ¿Qué pasó en verdad, capitana Kenobi?
Amber detalló el rostro del soldado con atención por un instante. Era bastante joven en realidad. Recordaba haberlo visto un par de veces en algunas misiones y de seguro habría mantenido alguna que otra conversación con él...
Rodir. Su nombre era Rodir.
—El comandante Skywalker y la princesa Leia convocarán una reunión dentro de poco donde serán informados de nuestra situación actual, estoy segura. —explicó formalmente, poniéndose en el frío rol de capitana rebelde por un instante. —Y yo estoy bien. —mentirosa. —Lo único que necesita saber ahora, soldado, es que hemos perdido al capitán Solo.
Oh, no. Aquellas palabras lo habían hecho aún más real. Eso había dolido...
Sus ojos, como siempre, trasmitieron sus emociones angustiadas y el joven rebelde adoptó una triste expresión preocupada.
—Oh... Capitana Kenobi, yo...
Ella posó una pequeña mano sobre el hombro de él para interrumpirlo. Si oía una sola palabra acerca de Han de boca de alguno de aquellos soldados rebeldes que tanto lo admiraban, se rompería allí mismo.
—Está bien. Ya te informarán mejor, no tienes que decir nada. —dió un suave apretón a su hombro y luego cayó en cuenta del feo corte que el joven tenía en el mentón, casi escondido. —De todas formas, ¿Por qué venías de la enfermería, Rodir? ¿Qué le pasó a tu cuello?
Los castaños ojos del muchacho centellearon con orgullo y alegría ante el reconocimiento de su capitana. Joder, ella se sabía su nombre. Podría haberse desmayado.
—Oh, no es nada, capitana. —le restó importancia con un movimiento de su mano, inflando el pecho con valentía. —Mi novia y yo tuvimos una discusión y a ella se le da muy bien arrojar objetos. Es todo.
Amber asintió sencillamente.
—Bien. Tenga cuidado, soldado. Si la ama en verdad, no la aleje. Eso sería un error grave.
El joven Rodir asintió feliz, tomando el sabio consejo de su capitana como palabra santa. Luego le dedicó el saludo militar de la Alianza Rebelde que ella intentó responder entre muecas de dolor y cada uno siguió su camino.
Para entonces, Luke yacía ya acostado en una camilla de la enfermería de la base, aseado, ataviado con ropa limpia y rodeado de droides médicos que trataban sus heridas. Leia sentada a su lado sostenía su mano con fuerza. Su única mano. Joder.
En cuanto entró en la sala, los sistemas de los droides detectaron todas las magulladuras y heridas de su cuerpo y se abalanzaron sobre ella entre chillidos y sonidos mecánicos, casi indignados. Eso atrajo la atención de sus amigos.
—Oigan, oigan, tranquilos. —calmó a los droides a su alrededor. —Sé que necesito atención médica. No me iré a ninguna parte. Solo déjenme pasar y tomar asiento, ¿Si?
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Counting Stars | Han Solo; Star Wars
FanfictionHay muchas historias que cuentan las aventuras de Han Solo y Amber Kenobi. Ambos son leyendas, para qué engañarnos. Pero hay una en particular, que es especial. Mi favorita. La del comienzo de todo. La leyenda cuenta que una vez, hace tiempo, una...