Capítulo 25

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—No estoy segura de la decisión que tomé, Suma.

Tu madre echó tu peso en el respaldo del sofá, el azabache dejó de escribir y volteó para verla, una sonrisita apareció en su rostro. Se levantó de su silla y se sentó en el sillón frente a ella. Cruzó las piernas, puso atención para escuchar lo que diría después.

—¿Por qué te sientes así? —preguntó.

Ella frunció el ceño.

—No soy una de tus pacientes.

Él río mientras negabas.

—Sin embargo te sientes mal, te escucho quizás pueda ayudar.

La mujer suspiró, se quedó callada durante un rato, al parecer cedió ante las palabras del de ojos oscuros. Se acomodó en su lugar; al parecer se quedó pensando como expresar sus sentimientos. Susumaru esperó con paciencia hasta que por fin habló.

—La quiero aunque no lo parezca —confesó. —Pero...

—¿Qué sucedió?

—Tuve a _______ cuando tenía 17 años, conocí a su padre durante 5 años, éramos buenos amigos... Él era dos años mayor que yo.

El ambiente del lugar se sentía tranquilo, sin embargo cuando tu madre comenzó a hablar, se puso algo tenso; hacia algunas pausas para poder pensar bien las palabras que dirá. El azabache esperaba pacientemente.

—Todo estuvo bien después de que ella naciera, pero no lo sé, su padre desapareció después de eso —suspiró.

—¿Culpas a _______ de lo que sucedió?

—No sé porque hago esto, debería volver a casa —dijo levantándose.

—Tu sistema de defensa es extraño, Tana, deberías dejarte ayudar. _______ tiene 18 años, es mayor de edad y como te conté sale con una buena persona, cuando me habló sobre él se veía radiante.

Ella negó.

—No estoy del todo segura, ________ es...

—¿La quieres?

La mujer respiró profundo, al parecer su paciencia estaba llegando al límite.

—No mezcles el trabajo con las relaciones personales, Suma.

Dijo tomando el pomo de la puerta.

—Antes éramos compañeros en el trabajo, ¿lo recuerdas? Ten cuidado al volver.

Tu madre abrió y luego cerró la puerta detrás de ella. Hablar con Susumaru solo hizo que sus pensamientos se revolvieran aún más, no era algo que quisiera pensar en este momento. Miró la flor que le diste cuando te visitó, rodó los ojos y siguió caminando hacia su hogar. Al llegar se encontró con el hijo de su pareja, lo saludó y lo primero que hizo fue poner la rosa en agua. Tiene una expresión seria, incluso cuando Himaru la vio decidió no decir nada, se iba a quejar de ti, pero optó por quedarse sentado en el sillón. Poco después ella llegó a sentarse al lado del adolescente, la miró con atención.

—¿Qué piensas del trabajo de tu padre?

Él miró hacia todos lados.

—¿Aburrido? —respondió.

—¿Por qué parece que odias a tu padre? —preguntó.

—Bueno... ¡Siempre está trabajando y nunca está conmigo! Encima es demasiado comprensivo y sobreprotector desde la muerte de mi madre.

«¿De verdad soy yo la que está mal?» pensó.

—Por eso creo que eres...

Ella se levantó antes de que el joven castaño terminara de hablar, se detuvo y quizás pensó que no estaba de humor para hacerlo, no dijo nada más. Hasta se levantó para hacer el quehacer del hogar, después de todo es el único que no trabaja.

Profesor |Kyojuro Rengoku x lectora|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora