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—Kyojuro, Kyojuro... Cariño, despierta —moviste a tu esposo con cuidado.

Dejaste de moverlo, tu hija se subió a la cama para poder hablarle, tu hijo comenzó a llorar. Un suspiro salió de tu boca, lo abrazaste para que dejara de llorar.

—Papá está llorando... —Ruka te miró.

—¿Llegó y se acostó? —le preguntaste a la joven.

—Sí, lo escuché murmurar y creí que estaba trabajando, pero vine y lo vi durmiendo.

—Tengo las manos un poco ocupadas ahora...

Caminaste hacia la cuna y dejaste a tu bebé ahí, te sentaste en la orilla de la cama, poniendo una de tus manos en la espalda de tu esposo te inclinaste hacia él. Le limpiaste las lágrimas que habían salido de sus ojos, y tus labios tocaron su mejilla. En realidad no esperabas que despertara, sólo querías que durmiera bien, pero terminó abriendo los ojos con lentitud.

—¿________?... —preguntó en un murmuro cuando te vio.

—Estabas teniendo un mal sueño, Kyo —le dijiste tomando su mano.

—¡Sí, papá! Todo está bien —exclamó Ruka.

—¿Ruka?...

—Kyo, fui a la cita que Shutan tenía en el pediatra, cuando llegué Ruka me dijo que estabas teniendo una pesadilla. ¿Todo bien, amor?

Kyojuro parecía estar regresando en si, se encuentra procesando tus palabras. Las tomó a las dos entre sus brazos y las abrazó con cariño, no puso demasiada fuerza, pero sí la suficiente para que no pudieran alejarse.

—Te amo, _________, te amo a ti y a nuestros hijos... Gracias por nacer, Ruka...

—También te amo, Kyo.

—¿Estás bien, papá? —cuestionó la pequeña.

—¡Por supuesto! Ustedes tres son mi tesoro —se alejó para poder mirarlas. —Por favor no te alejes de mí, _________...

Tomaste su mano, esbozaste una pequeña sonrisa.

—Te amo mucho, cariño —agregó el mayor.

—Ruka, cariño, dejame hablar un poco con papá, ¿sí? Te amo, mi niña —le diste un beso en la frente a tu hija.

Ella asintió con un sonrisa, se bajó de la cama y salió del cuarto. Los ojos de Kyojuro se posaron sobre ti, con la manga de tu suéter limpiaste sus mejillas, tu mano bajó hacia su corazón y sentiste lo rápido que estaba latiendo.

—No quiero ni siquiera preguntar que soñaste —dijiste. —¡Pero ya todo está bien, solecito!, ¿cómo te fue hoy?

—Algo cansado. Después de que pasé por Ruka recibí un mensaje de...

—¡Oh!, ¿te volvió a molestar? Debió ser realmente horrible como para causarte una pesadilla, Kyo... Ven aquí.

Te acomodaste en la cama, le indicaste que se acostara en tus piernas y así lo hizo. Tus manos pasaron por su cabello acariciándolo en el acto, el rubio cerró los ojos y un suspiro se escapó de su boca. Tomó tu otra mano y entrelazó sus dedos con los tuyos.

—No te vayas de mi lado, por favor.

Era una petición normal, pero sonó como suplica.

—Nunca, Kyojuro. Es más probable que tú no estés conmigo a que yo deje de pensar en ti —una risita se escapó de tu boca.

—¡Siempre estaré contigo! —exclamó viéndote.

—Que así sea, ¿bien, amorcito? Desde que tuve a Shu subo más rápido de peso —suspiraste.

—¿Qué cosas dices, cariño? ¡No me importa como te veas! Te amo por lo que eres, no por tu cuerpo. ¡Hagamos ejercicio juntos!

—¿Ves como olvidaste el mal momento? —una risita traviesa se escapó de tu boca.

Se levantó, acomodándose enfrente de ti, sujetó tus mejillas con sumo cuidado; sus labios presionaron contra los tuyos durante unos segundos, al momento se alejó para hablar.

De verdad eres una persona maravillosa, __________. Estoy feliz de estar contigo, eres todo lo que siempre necesité, eres hermosa, bella... Mi esposa. Te amo mucho, mucho, mucho, _________.

Profesor |Kyojuro Rengoku x lectora|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora