Abriste los ojos y lo primero que viste fue a Kyojuro durmiendo tranquilamente. Acomodaste algunos mechones de su cabello detrás de su oreja, de por sí es muy atractivo, pero verlo de esta manera es mucho mejor que cualquier otra cosa. Su respiración es lenta; ya que dormiste más temprano de lo habitual es probable que él haya dormido más tarde, de hecho te quedaste dormida mientras hablaba. Recuerdas cosas muy vagas sobre lo que dijo, también de cuando te despertó para tomar la pastilla, sus caricias te relajaron tanto que ya no lograste aguantar. Teniendo cuidado de no hacer ruido, tus pies tocaron el suelo luego de sentarte en la orilla de la cama, te levantaste y caminaste hacia el armario para buscar ropa que ponerte luego de bañarte.
Al encontrar las prendas que usarás al salir de la ducha, te dirigiste hacia allá.
No tardaste tanto en terminar de bañarte, deseabas hacerlo ayer en la noche, pero tu cansancio fue más. Antes de salir, dejaste la puerta del cuarto abierta con las luces apagadas, Rengoku aún sigue dormido, es fin de semana; por fortuna ninguno de los dos tiene mucho trabajo que terminar con urgencia.
Te apuraste a secar tu cabello con la toalla, esperaste a que dejaran de caer gotitas de agua y volviste a la cama junto a él, en el camino cerraste la puerta. Tan pronto como te acomodaste en la cama sus brazos te atraparon, y te acercaron a él. Fue algo sorpresivo para ti, pero no te importó mucho.
—¿Qué tal dormiste, amor? —preguntó.
—¡Muy bien!, ¿qué hay de ti, Kyo?
—¡Excelente! —respondió. —Acabas de bañarte, ¿verdad? Hueles delicioso...
Tu rostro se calentó, el tono en que lo dijo fue lo que te hizo avergonzarte, eso sumado a la voz que tiene cada mañana son una combinación de infarto. Tragaste saliva, apartó sus brazos de ti en cuando sintió que te ibas a alejar, aunque claro, sólo es para poder mirarlo a la cara.
—Usé tu shampoo, el mío se terminó, debo ir a comprar otro —confesaste con pena.
El rubio rió, con su mano comenzó a acariciar tu rostro, apartó algo de tu cabello para verte bien, su dedo pulgar se deslizó hacia tus labios, lo viste directo a los ojos; tomándote del mentón sus labios se posaron sobre los tuyos. El beso se veía venir, a pesar de esto, creíste que se encontraba jugando como las otras veces. Pusiste una de tus manos en su pecho, y con la otra tomaste su ropa entre tu puño, sus labios se mueven sobre los tuyos con suavidad o por lo menos así fue al principio... Mordió tu labio inferior, fue delicado y hasta tierno, no lo hizo muy fuerte, pero sí provocó que te fuera un escalofrío.
Tomó algo de distancia regalándote un sonrisa, aflojaste el agarre en tu puño, su mirada fue lo suficiente honesta para que puedas procesar qué es lo que sucede.
—Es demasiado temprano para que me recibas así... —bromeaste.
Se rió.
—¿Puedo ser egoísta por hoy y pedirlo...?
Preguntó con la misma inocencia que usaría un niño al querer un dulce. El tono de su voz fue sutil, tranquilo y calmado, pese a ello; sonó como si exhalara una súplica. No puedes culparlo, luego de lo que sucedió en el salón y lo de la noche a decir verdad te sorprende que pueda contenerse tanto.
—Pídelo sin problema cada que quieras —te levantaste quitándole la cobija de encima.
La dejaste a un lado para que no estorbe, en su rostro pudiste apreciar una débil y tímida sonrisa en su rostro, ibas a acomodarte quedando a la altura de su entrepierna, pero te tomó haciendo que te sientes encima suyo. Él acomodó unas almohadas detrás suyo, quedó casi como si estuviera sentado. Pusiste tu cabello detrás de tu oreja inclinándote hacia el rubio, apoyaste una de tus manos a un costado suyo para no echar todo tu peso encima, entonces sus labios se rozaron un poco. Kyojuro te tomó de la nuca acercándote para por fin unir sus bocas en un beso. Ni siquiera esperó, su lengua recorrió tu labio inferior, buscando a la tuya, apenas abriste un poco la boca; aprovechó la oportunidad.
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Profesor |Kyojuro Rengoku x lectora|
FanfictionNuevo ingreso a una buena academia, estás preocupada por lo difícil que podría ser este nivel o como te adaptarás a el pero... hay alguien, alguien que te hizo sentirte cómoda en todo momento; un profesor, Kyojuro Rengoku, maestro de historia. Él te...