Capítulo 36

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Kyojuro miró la hora en su reloj y luego bajó su mirada para verte, te quedaste dormida mientras estabas acostada en sus piernas. El rubio te quitó unos mechones de cabello de la cara para apreciar tu rostro, acarició con suavidad tus mejillas y su mirada fue hacia tus labios; sus suyos se curvaron formando una sonrisa. Sujetó tu cabeza con cuidado acomodándose en el acto, sabe que estás cansada por lo que sucedió, también te duele. Se levantó para estirarse un poco, se agachó y te tomó con cuidado, cargándote para después caminar con dirección a su cuarto. Abrió la puerta, la empujó con el pie y caminó para después inclinarse hacia la cama y dejarte en ella, lo hizo con sumo cuidado de que no te despertaras.

Cuando se hizo para atrás, lo tomaste por  la parte inferior de su playera, te miró a los ojos, en su rostro se formó una sonrisa.

—Está bien, cariño, sólo voy a cambiarme —tomó tu mano.

Se agachó para poder verte bien al rostro.

—Lo sien-...

Él puso uno de sus dedos sobre tus labios, te callaste al instante. Tomó tu mano, apretándola con suavidad, sus labios terminaron en tu frente.

—No te disculpes, vuelve a dormir, de seguro estás cansada, amor.

La calma y suavidad en su voz te hicieron suspirar, Rengoku aflojó su agarre en tu mano y la soltó. Se levantó, tomó las mantas de la cama y te arropó con cuidado. No tardó mucho en ponerse su pijama para acostarse a tu lado, apagó la luz antes de meterse a la cama; luego te acurrucó a tu lado, estás respirando con tranquilidad, los dos están de frente, así que Kyojuro se acercó a ti para dejar un piquito en tus labios, se alejó un poco y tomó tu mano; cerró los ojos esperando quedarse dormido.

Al día siguiente fuiste la primera en despertar, los ojos aún te duelen un poco, pero nada como las palabras que aún suenan en tu mente. Después de tallarte los ojos subiste la mirada, te encontraste con tu pareja respirando lento y con tranquilidad, verlo así te hizo sentir feliz. Te moviste un poco más hacia él, terminaste acomodándote en su pecho mientras escuchas sus latidos, cerraste los ojos y no te diste cuenta en que momento volviste a caer dormida. El rubio despertó, te vió pegada a él y lo primero que hizo fue besar tu frente, salió con cuidado de la cama, se estiró y luego se levantó. Un poco de luz entra por la ventana del cuarto, así que no le fue necesario prender la luz para salir de su habitación.

El mayor caminó hacia el baño para mojarse la cara, luego de salir miró la hora en el reloj de la sala y decidió preparar el desayuno para después darse un baño, así cuando él salga es probable que despiertes y no tenga que gastar más tiempo.

Hizo algo simple pues no tenía demasiadas ideas, no tardó mucho y antes de ir a darse una ducha, revisó si aún seguías dormida, una risita salió de su boca al verte abrazando una almohada.

Tiempo después, despertaste.

—Kyojuro... —murmuraste apretando la almohada entre tus brazos.

Llamaste la atención de tu pareja quien volteó a verte, le pareció que seguías dormida. Abriste los ojos para luego comprender porque se siente tan suave lo que está entre tus brazos, un suspiro salió de tu boca, sin embargo, cuando te acomodaste sentándote en la cama; tus ojos fueron a dar a la espalda del rubio y tus mejillas no tardaron en teñirse de rojo.

—Creo que esto ya no es un sueño... —un susurro se escapó de tu boca al desviar la mirada.

—¿Ya despertaste, cariño?

La voz de el mayor te hizo sobresaltar, volviste a verlo, tus ojos fueron a dar a su cabello mojado del cual aún caían pequeñas gotas de agua, tu concentración en él fue tanta que; tus ojos bajaron hacia una gota que cayó por por sus pectorales, cerraste los ojos, luego negaste.

Profesor |Kyojuro Rengoku x lectora|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora