Capítulo 49

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Kyojuro acomodó el nudo de tu corbata ajustándola de manera correcta, al terminar se inclinó y te dio un piquito en los labios, antes de que se alejara por completo lo tomaste de la mano.

—Quiero darte algo... —murmuraste apenada desviando la mirada.

—¿Qué es?

La mirada del mayor se posó sobre ti, hay una sonrisa en su rostro esperando a que continúes hablando o que hagas alguna acción, soltaste su mano con cuidado y caminando hacia el buró te agachaste al llegar, abriste el último cajón y sacaste una pequeña cajita de ahí. Quitaste el anillo, volviste a levantarte para regresar donde tu pareja.

—Es probable que hoy Kirari me reclame —reíste. —Pero sólo quédate esto y no digas nada... Evitará algunos problemas más.

No sabes que tan atrevida estás siendo, tu corazón va tan rápido que te sientes muy nerviosa. Sujetaste la mano de Rengoku y con el anillo entre tus dedos, se lo colocaste. El rubio se quedó callado, observó su mano y de su boca salió una risita, te rodeó con sus brazos levantándote para darte una vuelta en el aire. Una vez te dejó en el piso, besó tus labios con suavidad, acariciando tu cabello en el acto, se alejó para poder abrazarte.

—Te pusiste muy alegre —comentaste correspondiendo.

—¡Pues claro!, ¡Por el momento esto será algo simbólico, pero espera unos meses más y tendremos unos de verdad!

Ocultaste tu rostro en su pecho, tu cara se puso roja; la manera en la que desliza sus dedos por tu cabello, la calidez de su cuerpo, su aroma tan agradable y ahora el hecho de que se note tan animado hace que no quieras apartarte de él. Cerraste los ojos sintiéndote protegida envuelta en su cobijo, casi como si se tratara de un sueño, pese a esto él tuvo que separarse así que todas esas sensaciones si bien no desaparecieron por completo, se hicieron más leves que hace un momento. Suspirando volviste a abrir los ojos, aunque deseas que sigan abrazándose por más tiempo, quien se siente mal de no hacerlo es Kyojuro; está controlando todos sus impulsos y pensamientos, se encuentra feliz por lo que le diste, también le gustó la expresión en tu cara al intentar buscar las palabras correctas para no revelar tus verdaderas intenciones.

Detrás de una sonrisita tierna ocultó sus ganas de faltar al trabajo, y que los dos se queden juntos, está consciente de lo malo que puede resultar para los dos; aún así le encanta cuando le das cosas de esta manera, como las anteriores veces donde le has dado flores.

—El tiempo irá lento, pero, ¡seré paciente sólo por ti! —exclamaste con su misma velocidad.

—Fue por esto que saliste ayer, ¿verdad? —cuestionó. —Lo mantuviste como una sorpresa, pero me queda bien.

Tu cara se calentó, bajaste la mirada al recordar lo vergonzoso que fue comprarlo, tus manos ocultaron tu sonrojo; una risita salió de la boca del mayor.

—¿Entonces debo adivinar?

Tomó tus muñecas con cuidado, las apartó para poder mirarte a los ojos, una de sus manos apoyó tu mentón sobre sus dedos e hizo que lo vieras; sus palabras sólo hicieron que te pusieras más rojo.

—¿Sabes lo bochornoso que fue llegar con un anillo de juguete para pedir uno de la misma medida?... —desviaste la mirada.

El rubio no pudo contener su risa, a su parecer la expresión que pusiste fue demasiado tierna, te soltó para volver a tomarte entre sus brazos, frunciste el ceño haciendo un puchero, volviste a esconder tu rostro en su pecho; no se está riendo para molestarte, a pesar de eso te sientes muy apenada. Hoy lo notas más emocionado que otros días y es imposible no pensar que la razón es por el anillo, desde que lo pusiste en su mano el brillo de sus ojos creció, todo él se ve más radiante desde hace unos minutos.

Profesor |Kyojuro Rengoku x lectora|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora